Hasta pareces de telenovela. Nuestra generación es distinta a la tuya; mami, compréndelo: Más potente, más
pujante, mejor preparada.
Antonio Domínguez Hidalgo
Esto nos permitió el comercio exterior, apuntalado por un mercado interno creciente y pujante...
(164) En vano se entró iracundo Por sus puertas adelante Llamando con voz pujante A su gente desleal; Solo el eco que en las bóvedas Cóncavas se guarecia A sus voces respondia Con lamento funeral.
Tres delfines que giran adelante un alto caño tiran que un arco cristalino a hacer aspiran. El otro, más pujante, cruza por medio dellos y deshace en muy menudas gotas el enlace.
México dispone de una amplia clase media, en ciertas capas pujante en el crecimiento; en otras, incierta todavía en su función social y atemorizada.
Machala en veinte años se ha repuesto rápidamente de la calamitosa situación en que la dejaron los invasores peruanos y así la vemos floreciente, pujante, erguida y orgullosa de sus campos y sus hijos.
Si la juventud se une en el ideal neohumanístico, la fuerza pujante de la educación redundará en beneficio, no sólo de la comunidad, sino en el mejoramiento de la fraternidad humana.
Ved esta sala: la preside, rodeado de hojas verdes, el retrato de aquel reformador ardiente, reunidor de hombres de diversos pueblos, y organizador incansable y
pujante.
José Martí
Encontró con un Perro tan relleno, tan lucio, sano y bueno, que le dijo: "Yo extraño que estés de tan buen año como se deja ver por tu semblante, cuando a mí, más
pujante, más osado y sagaz, mi triste suerte me tiene hecho retrato de la muerte" El Perro respondió: "Sin duda alguna lograrás, si tú quieres, mi fortuna.
Félix María Samaniego
Cuando Aquileo los hubo puesto a todos en orden de batalla con sus respectivos capitanes, les dijo con voz
pujante: —¡Mirmidones!
Homero
Todo lo escucho con avaro oído: el blando hundirse de las anchas rejas; el suave rodar hacia los lados de la mullida tierra; el alentar
pujante de los bueyes, de cuyos bezos charolados cuelgan tenues hilos de baba transparente que el manso andar no quiebra; aquel pausado y firme posar de sus pezuñas gigantescas; el crujir dormilón de las coyundas que el yugo pulimentan; un aliento de brisa tan suave que apenas se menea, un hondo y general rumor de vida y un ruido sordo de
pujante brega.
José María Gabriel y Galán
Esta organización de los proletarios como clase, que tanto vale decir como partido político, se ve minada a cada momento por la concurrencia desatada entre los propios obreros. Pero avanza y triunfa siempre, a pesar de todo, cada vez más fuerte, más firme, más pujante.