Estaba ya allí su desconocido esposo; había entrado ya en la cama, y haciendo de Psiquis su esposa, se retiró precipitadamente antes de despuntar la aurora.
El general se presentó de Rubens, en traje español con alzacuello y daga, muy apuesto; la generala iba de esposa del pintor, en vestido de terciopelo negro cerrado hasta el cuello, horriblemente caluroso, con una rueda de molino alrededor del cuello - quiero decir un gran alzacuello, naturalmente -, reproducción exacta de un retrato flamenco que poseía el general y que solía provocar la admiración por las manos, muy parecidas a las de la generala. Emilia iba disfrazada de
Psiquis, en crespón y encajes.
Hans Christian Andersen
Había tanto que ver, que hasta las hermosas manos de la esposa de Rubens pasaron inadvertidas. Un negro dominó, con una flor de acacia en el gorro, bailó con
Psiquis.
Hans Christian Andersen
Vibran sagradas liras que ensueña
Psiquis son argentados cisnes hadas y gnomos y edenales olores, lirio y jazmín y vuelan entelechias y tiquismiquis de corales, tritones, memos y momos del horizonte lírico nieve y carmín Hasta el confín.
José Asunción Silva
¡Oh, grotesco doctor alemán, zoilo de los Homeros que han cantado los dolores y las alegrías de la Psiquis eterna, en este fin de siglo angustioso, tu oscuro nombre está salvado del olvido!...
Tal es el cortejo que acompaña a Venus cuando visita el ancho Océano. »Sin embargo, Psiquis, a pesar de su maravillosa hermosura, ningún fruto obtiene de tanta adoración.
Le gustaban sobre todo los camafeos antiguos, los tapices persas, las traducciones de la época isabelina de Psiquis y Cupido, El sueño de Polifilo (Hypnerotomachia), las bellas encuadernaciones, las ediciones antiguas y los grabados de anchos márgenes.
Incitada por el encanto de tan hermoso paraje, acercose Psiquis poco a poco, hasta que, con paso atrevido, franqueó el umbral, y cediendo al atractivo de tanta maravilla, recorre con ojos admirados toda la mansión.
Cumpliose con profunda pena el ceremonial de este fúnebre himeneo, y fueron trasladados estas vivientes mortajas, seguidas de todo el pueblo. Psiquis, la desventurada Psiquis, acompaña, no su boda, sino su propio cortejo fúnebre; y mientras sus padres, abatidos, vacilan en consumar este acto de inhumanidad, aliéntales su propia hija con estas palabras:—¿Por qué atormentáis vuestra desdichada vejez con el continuo llanto?
La imagen de los niños jugando en una pradera antes de desaparecer volando se refiere, sin duda, al revolotear de las mariposas, como si la niña hubiese seguido la misma concatenación de ideas que llevó a los antiguos a atribuir a
Psiquis alas de mariposa.
Sigmund Freud
Extenderé la noticia de la aventura de Psiquis hasta llegar a oídos de sus dos hermanas, y al punto, tristes y afligidas, abandonaron sus cosas y se apresuraron a la de sus padres para consolarles.
Los infelices padres, abatidos por tan dolorosa pérdida, se encerraron en el fondo de su palacio y se condenaron voluntariamente a eternas tinieblas. »Psiquis, temblando de espanto en la cumbre de la montaña, lloraba a mares.