Aquí, a la sombra, colmarás los vasos del inocente vino de Lesbos, sin temor de que el hijo de Sémele, unido con Marte, nos impulse a peligrosas reyertas, ni recelar que el protervo Ciro, abusando de tu debilidad, ponga en ti sus manos insolentes y te quite la guirnalda de los cabellos y rompa el vestido que cela tus encantos.
Nosotros, en fin, hemos sostenido el honor de la lira (barbitos polycordos, que dijo el griego), cantando y llorando (canentes et flentes, que hubiera dicho el latino) en todas las ocasiones en que el hado, ya favorable, ya protervo, envió a la patria prosperidades o desdichas.
En esta Sonata, el misticismo, unas veces tierno y puro como el corazón de las vírgenes que encantan el jardín señorial con la flor tempranera de sus gracias y la música suave de sus nombres, pasa a ser otras veces un tanto baudelairiano o diabólico, y entonces encarna en el destino protervo que, alrededor de una de esas vírgenes, hermanas de las Vírgenes de D'Annunzio, va describiendo y cerrando su ronda maldita.
Ellos, burlando de ajena envidia y del protervo tiempo la furia y el poder, serán eternos de libertad y de victoria heraldos, que con eco profundo, a la postrema edad dirán del mundo: «Nosotros vimos de Junín el campo, vimos que al desplegarse del Perú y de Colombia las banderas, se turban las legiones altaneras, huye el fiero español despavorido, o pide paz rendido.