A la tabaola se entró un vecino con sus once de oveja, muy sobresaltado, y de hoz, y de coz se metió donde no le llamaban; quiso embestir, mas el bribón puso aldas en cinta. Dixo el pobrete: yo soy hombre de pro, y conmigo no hay levas; yo pajas, dixo el bribón, y asentóle un tanto.
Afortunadamente, donde menos se piensa salta la liebre y bajo una mala capa se esconde un buen bebedor; que, como reza el refrán, el hábito no hace al monje ni la venera al noble. En esta ocasión vino un
pobrete, casi un desconocido, a dejar a todos en paz.
Ricardo Palma
Mas el
pobrete encontró valedor en uno de los caracterizados conventuales, y los religiosos convinieron caritativamente en conservarlo y darle el elevado cargo de campanero.
Ricardo Palma
Y la evocó y la echó una repasata muy enérgica por la majadería de andar quitando el sueño y asustando al
pobrete de Antón Zapata.
Ricardo Palma
No podían explicarse cómo el pobrete hijo del sacristán de Bentroya había ido a la callada fincando, apandando todas las buenas tierras que salían y redondeando una propiedad tan pingüe, que ya era difícil tender la vista por los alrededores del pueblo sin tropezar con la «leira» trigal, el prado de regadío, el pinar o el «brabádigo» de don Gelasio Garroso.
En tiempo de Luis XIV no era del buen tono morir sin pasar por las manos de un jesuita; y el pobrete iba en seguida a alabarse entre sus devotas de que había convertido a un duque y par, el que se hubiera condenado sin su protección.
Contaba con la renta segura del repique dominical, sin más merma que la de uno o dos dobles por mes. El
pobrete no sabía que quien hizo la ley hizo la trampa.
Ricardo Palma
-«Se lo quiero contar -dijo,- no por vanidad y para alabarme, ni por el inicuo placer de inspirarle envidia, sino para mostrarle que la Argentina es capaz de hacer milagros, tantos y tan grandes que si, a cada rato, de algún pobrete trabajador puede hacer un millonario, también la creo muy capaz de tornar en el burgués más conservador al anarquista más empedernido.
—¿Por qué se lleva usted á mi hija?— gritaba una madre. —¿Qué quiere usted que haga?— contestaba el pobrete ca- pitán de cívicos.— Me la llevo de orden suprema.
Ya se supone cuando se le ve que no le colgaron por aquella friolera que hizo, allá hace quince años, en la segunda jornada, de matar a un
pobrete que nunca le había hecho daño, falsificar aquellas letras y otras cosillas del tenor consabido, porque luego ya da a entender Warner que el autor dejó que se escaparan porque todavía no pensaba acabar la comedia, que le parecía corta, pues que no llevaba más que quince años de duración.
Mariano José de Larra
¿No le parece a usted, señor Ballén, que si el pobrete padre Adán hubiera tenido a mano una caja de coquetas o de aprensados, maldito si da pizca de importancia a las zalamerías de la remolona serpiente?
Por mucho que el buen Perico metiese lesna y diese puntadas, sus finanzas iban siempre de mal en peor; pues el
pobrete había hecho la tontuna de casarse con una muchacha muy para nada y aindamáis bonita y ganosa de lucir faldellín de seda.
Ricardo Palma