Alfredo de Musset no desdeñaría alguna de las pinceladas con que Mérida nos pinta á la cortesana en sus días, ya de esplendor, ya de decadencia.
Velázquez en su evolución artística entendió que para plasmar con exactitud cualquier forma solo se precisaban unas pocas pinceladas.
Se realizó sobre soporte de tabla con una simple capa de preparación, delatándose las vetas de la madera a través de las pinceladas.
Beggars Banquet, que incluye «Street Fighting Man», reunía ritmos blues y R&B con pinceladas de música country, resultado de la gran influencia que el pionero del country-rock Gram Parsons tenía sobre el guitarrista Keith Richards, uno de sus mejores amigos en ese tiempo.
Con un lienzo adecuadamente preparado, el pintor encontrará que cada capa posterior de color se desliza por la superficia de manera «mantecosa», y que con la consistencia adecuada de aplicación (técnica grasa en lugar de magra), se puede lograr una pintura en la que las pinceladas están totalmente ausentes.
Se componía básicamente de blanco de plomo aplicado con espátula, que formaba un fondo de gran luminosidad, complementado con pinceladas cada vez más transparentes.
Empleó pinceladas atrevidas que de cerca parecen inconexas, pero contempladas a distancia adquieren todo su sentido, anticipándose a la pintura de Manet y a los impresionistas del siglo XIX, en los que tanto influyó su estilo.
Su música, encuadrada en el rock progresivo, constituye una mezcla muy original de blues, folk inglés y hard rock, con pinceladas de música barroca, música medieval inglesa e incluso renacentista.
También en las pinceladas, aplicadas antes en capas de pintura opaca y ahora con una imprimación muy ligera, de modo que la pincelada es fluida y los toques de luz producen sorprendentes efectos entre las zonas iluminadas y las sombras.
La representación de si mismo desnudo se hizo más habitual, la mayoría de los autorretratos no tienen ningún fondo, solo superficies lisas monocromas que, junto con las líneas del contorno del cuerpo irregulares y angulosas, le hacían conseguir una figura más expresiva, pero alejando el aspecto natural de la imagen, que aún lo conseguía más con anchas pinceladas de un cromatismo llamativo.
Su presencia en la corte le permitió estudiar la colección real de pintura que, junto con las enseñanzas de su primer viaje a Italia, donde conoció tanto la pintura antigua como la que se hacía en su tiempo, fueron influencias determinantes para evolucionar a un estilo de gran luminosidad, con pinceladas rápidas y sueltas.
Velázquez, que había ido desarrollando su técnica en los años anteriores, concluyó esta transformación a mediados de 1630, donde se considera que encontró su lenguaje pictórico propio mediante una combinación de pinceladas sueltas de colores transparentes y toques precisos de pigmento para resaltar los detalles.