Los huesos de la liebre forman parte de la gelatina final del pastel. Es frecuente elaborar el plato en un molde y en él para que lo recubra se elabora una pasta quebrada.
Las tartaletas de crema modernas suelen hacerse de pasta quebrada, huevo, azúcar, leche o nata y vainilla, espolvoreadas con nuez moscada y horneadas.
Las recetas medievales solían incluir una corteza de pasta quebrada rellena con una mezcla de crema, leche o caldo con huevo, endulzantes como azúcar o miel, y a veces especias.
La grasa del confit también puede usarse de muchas otras formas, como saltear verdura (por ejemplo judías verdes y ajo, o setas silvestres o cultivadas), tostadas saladas, huevos revueltos o tortillas, y como aditivo en la pasta quebrada para tartas y quiches.