Las meseras del restaurante explicaron que al limpiar las mesas, también llegaban a pasar el trapo por el mural si algo lo había salpicado.
Y fregué el piso, pidiendo permiso a deliciosas doncellas para poder
pasar el trapo en el lugar que ellas ocupaban con sus piececitos, y fui a la compra con una cesta enorme; hice recados...
Roberto Arlt