Después se fabrica una vela con grasa de foca y sésamo de Laponia y se hace que la mano coja la vela encendida como si fuera una palmatoria; y por donde quiera que se vaya, llevándola ante sí, caen las barreras, se abren las cerraduras, y las personas que salen al encuentro permanecen inmóviles.
El hecho me sorprendió, pues no había oído dar las otras horas. Pero en seguida se abrió la puerta y vi entrar a mi madrastra, en camisón de noche, y llevando una palmatoria en la mano.
Y dejando la palmatoria en mi mesilla de noche se sentó en mi cama, tomó una de mis manos entre las suyas y me habló así: »–Mi querido Pacheco, ha llegado el momento de ofreceros los placeres que os prometí.
Pero alguien entró, que pisaba firme, y detrás otros pasos blandos, como de anciana, que llevaba una vela encendida en una
palmatoria.
Emilia Pardo Bazán
Registrando bien, armado de
palmatoria, vi que el altar donde campea el Cristo, destacándose sobre un fondo de rojo damasco, está desviado de la pared, y que, por detrás, queda un hueco en que puede caber una persona.
Emilia Pardo Bazán
El vidrio del ojo de buey estaba roto, y por allí se colaban ráfagas de viento que hacían bailar la lengua amarilla de una candela sujeta en una
palmatoria al muro.
Roberto Arlt
Dijo, y me hizo entrar en otra habitación, que daba paso a una alcoba. -Vea V. su cama (añadió, encendiendo la
palmatoria). Descanse V.
Pedro Antonio de Alarcón
Era ella. - V - El cuerpo y el alma (GIL POLO.) -¿Abro el balcón o enciende V. la
palmatoria? -me dijo a media voz. -Ni lo uno ni lo otro...
Pedro Antonio de Alarcón
Al cabo de una hora, aproximadamente, vio pasar a Bola de Sebo, más apetitosa que nunca, rebosando en su peinador de casimir con bandas blancas. Se alumbraba con una palmatoria y se dirigía a la mampara de cristales esmerilados, en donde lucía un expresivo número.
Parece que la escena empezó en un altar que se distingue a la derecha, y en el que se notan misal abierto sobre atril, patena, corporal y
palmatoria, que indican haber estado el fraile celebrando el Santo Sacrificio cuando fue atacado por otro personaje que se ve a corta distancia en situación de repartir porrazos con un cáliz que en la mano tiene.
Ricardo Palma
Tratábase evidentemente de la pérdida entera de su dicha en el olvido de las zapatillas, en la mentira de Mariana respecto del fuego, en el insólito traslado de la palmatoria a la mesa de la antecámara, en la estación forzosa que se le había impuesto, bajo la lluvia, en el umbral de la puerta.
Inmediatamente, con esa sagacidad inquisidora que contraen los presbíteros habituados a dirigir las conciencias y a escudriñar naderías en el fondo del confesonario, el abate Birotteau se puso a establecer, como si se tratase de una controversia religiosa, la proposición siguiente: -Admitiendo que la señorita Gamard no haya pensado en la velada de la señora Listomère; que Mariana se haya olvidado de encender el fuego; que se me haya creído de regreso en mis habitaciones; teniendo en cuenta que yo bajé esta mañana, ¡yo mismo!, ¡¡¡mi palmatoria!!!, es imposible que la señorita Gamard, viéndola en el salón, haya podido suponerme acostado.