Artículo 63°- El escudo nacional consta de una estrella roja en los rayos del Sol naciente, mihrab y mimbar sobre el fondo verde y un libro abierto, orlado de espigas, y una rueda dentada, entrelazados con una cinta tricolor: negro, rojo y verde.
Él huye, mas se lleva su tesoro: Sobre la hermosa crin de su peceño Ondea un blanco velo orlado de oro, Fugaz como el placer de un breve sueño.
Desde lo alto de la columna, tan largo como la cola que se extiende en cascada de blondas, esa prenda alegórica de la desposada, un velo de malinas, orlado con una ancha guarda de bordado exquisito, se derrama sobre el delicioso vestido como una vaporosa niebla.
Un papel amarillo canario, orlado en la parte superior por una guirnalda de flores pálidas, temblaba todo él sobre la tela poco tensa; unas cortinas de calicó blanco, ribeteadas de una trencilla roja, se entrecruzaban a lo largo de las ventanas, y sobre la estrecha repisa de la chimenea resplandecía un reloj con la cabeza de Hipócrates entre dos candelabros chapados de plata bajo unos fanales de forma ovalada.
De brocado de oro blanco viste tabardo tudesco, de rubias martas
orlado, y desabrochado y suelto, dejando ver un justillo de raso jalde, cubierto con primorosos bordados y costosos sobrepuestos, y la excelsa y noble insignia del Toisón de Oro pendiendo de una preciosa cadena en la mitad de su pecho.
Ángel de Saavedra
osario se sentó en la reja, adornada con sus trapitos de cristianar, su falda encarnada de franela, el ajustado cuerpecillo de franela también, pero de color gris con adornos en negro, cerrado en la garganta por un a modo de ceñido corbatín de raso y encajes; delantal azul de abullonados bolsillos y orlado de blanquísima randa; adornado el negrísimo pelo por doradas agujetas y algunas flores graciosamente prendidas entre los relucientes rizos; grandes aros de oro en las diminutas orejas; algunos ajustadores del mismo metal en los pequeñísimos dedos, y bien calzado el pulido pie por blancos brodequines de becerro de caladas punteras.
Su primer libro publicado, el único, como lo he dicho, apenas conocido por unos cuantos devotos amorosos de la poesía, de la lectura íntima y gozosa, esa que nos sumerge en los océanos del universo sígnico subyacente en la obra de arte y nos contacta con las redes vitales de lo humano, fue Naturalezas muertas, un bello libro orlado con los dibujos poemáticos de Armando Puhyol (Ah, qué familia de artistas).
12 Los miembros de la Alta Corte vestirán la toga cuando se presenten en traje de ceremonia, y fuera de este caso podrán usar de un escudo de oro que en el centro tenga este lema - Justicia - orlado del mismo modo que el anterior, y pendiente del cuello con un cordón mezclado de oro y plata.
Y el paisajista o el poeta que cruzase ante el molino y viese el frondoso castaño, la represa con su agua durmiente y su orla de cañas, la pastorcilla rubia, que, pensativa, dejaba a la vaca saciarse libremente por el lindero orlado de flores, soñaría con idilios y haría una descripción apacible y encantadora de la infeliz niña golpeada y hambrienta, medio idiota ya a fuerza de desamores y crueldades.
Huía de sí propia, de su menaje, de su familia, de todo lo pasado, hasta del equipo, el bonito equipo
orlado de espumas de encajes de imitación, pero finos y vaporosos, y tan lindamente marcado con cifras y escuditos, sobre el sitio que corresponde al corazón.
Emilia Pardo Bazán
consta de la hoz y el martillo sobre el globo terráqueo, iluminado por los rayos del sol y orlado de espigas, con la siguiente inscripción en las lenguas de las repúblicas federadas: «¡Proletarios de todos los países, uníos!» En lo alto del escudo figura una estrella de cinco puntas.
La señora de Guerrilla cree a puño cerrado que el paño más exquisito no se vende jamás si el pregonero no lo saca a la plaza más orlado y laureado que una colineta; y no hay quien convenza a la infeliz de que, si algo perjudica hasta a los géneros que son buenos, es el pregón incesante de su misma bondad.