Aún parecía escucharse su risa contagiosa en las
oquedades de aquella mansión de antigua aristocracia y su voz de antaño, dulce, melodiosa, armónica, sólo era conservada entre los despojos de lo que había sido su recámara de quinceañera.
Antonio Domínguez Hidalgo
Estos días que en la sierra se embravecen, por la sierra nadie vaga... Toda cría se repliega en las honduras de cubiles o cabañas, de calientes blandos nidos o de enjutas
oquedades subterráneas.
José María Gabriel y Galán
No eras para mi camino vasto, cisne cegante de resplandores, porque tus pasos de hierba traicionaron apariencias y la dejaron al caos de tu egoísta quimera. No eras para mi rincón alado de moléculas cantoras, porque tu grito impostura se extinguió en las
oquedades de tu aventura...
Antonio Domínguez Hidalgo
RITMOS Tomaré tus fragancias de playa —olas, oleajes, olear...— para hacer mis ropajes de fuego —llama, flameante, flamear— y al sentir tu vehemencia de nácar —perla, torcaz y coral— orlaré mi fatiga de rosas —rozante, rosado, rosal...— Palparé voluptuoso tus ondas —volutas, volantes, voladas— al matiz de tu abrazo soñado —soñador, soñoliento, sonámbulo— y agrietado mis huecos sin nombre —anónimo, antónimo, homónimo...— dejaré penetrarme tus cantos —cantores, cantando, cantantes— y vistiendo tus ritmos callados —percusiones, alientos y cuerdas— entre músicas nunca sentidas —electrón, contrapunto,
oquedades— precipitaré mi cuerpo ::—eco— ::::al desnudo fondo ::::::—cosmos— de tus sinfonías...
Antonio Domínguez Hidalgo
Pusilánime espantajo que soñaste florecer en amistades con los trinos que en fragmentos te cercaron y al palpar tus
oquedades de hojarasca te dejaron el letargo de sus giros en el centro de tu mundo sin confín y sin inicios… Campesino espantapájaros, te sentiste poseído de grandezas y sólo descubriste la miseria de tu mundo hecho de ramas y despojos.
Antonio Domínguez Hidalgo
En sus silentes
oquedades yermas mis grutas borraron inclementes las estatuas frágiles —piedras inconexas— hasta romper los cinceles de mi fantasía —lubricismo triste de vacíos senectos— Entonces cavó el nido la arenaria ausencia… —soledosa huella— con sus giros lánguidos, vueltos osadía… Y rebelde de sumisiones ante la noche carnaval quiso colmar mi vacuidad obsesa con la presencia turbia —anónima— de ahogados cuerpos, pobladores después de mi abandono.
Antonio Domínguez Hidalgo
299) = En las gargantas del río Loire dos oquedades se hallan unidas por un canal que hay en la cara superior de una roca que forma parte de las vastas rocas de escollos puntiagudos y como dentados que el pueblo llama “el castillo de los sarracenos”.
Si la tierra sórdida que por las vastas
oquedades enrolla su curva esclava, diese fin a sus rondas y resultara desvanecida en borlas de tenue gasa...
Salvador Díaz Mirón
Ahora tengo mi luz, tú eres más mujer y menos virgen. Comprendes el significado de mis brazos y la noche vibra sus oquedades en tu alma capullo.
En estas paredes abundan las oquedades, grietas y resaltes en los que se han establecido especies rupícolas (que se crían en las rocas) y donde anidan muchas aves.
Las larvas de esta especie se desarrollan en recipientes donde existan pequeñas cantidades de agua sobre todo si se hallan en lugares sombreados como por ejemplo jarras, cubos, floreros, platos de macetas y otros objetos conteniendo agua en jardines, patios y descampados. Su criadero larvario original consiste en oquedades llenas de agua en árboles.
El municipio atesora uno de los principales yacimientos arqueológicos de la isla de la Palma, la llamada Cueva de Belmaco (en realidad, se trata de varias oquedades cercanas entre sí), donde se hallan petroglifos de la época prehispánica, cuando el pueblo benahoarita vivía en la isla.