Los aztecas gobernaron como comerciantes, juntando riquezas y
oprimiendo al país; y cuando llegó Cortés con sus españoles, venció a los aztecas con la ayuda de los cien mil guerreros indios que se le fueron uniendo, a su paso por entre los pueblos oprimidos.
José Martí
Acordaos que nuestro padre Dióscoro y nuestra madre Aquilina nunca tuvieron miedo. Basilio lloraba. Oprimiendo la mano de Próspero, le dijo: -Este hombre me espanta...
¿Quién, siendo de carne, acompañaría durante dos horas de recogimiento a una mujer querida, aspirando su aliento, quemándose en el fulgor de sus ojos, oprimiendo su brazo, tropezando frecuentemente con ella, sin amarla y decírselo?
El instinto hizo resonar en él su voz poderosa, y arrancándose el pañuelo de seda que le servía de corbata, se lo llevó al costado oprimiendo con él la herida, y en aquel momento un extraño de la montura al desesperado latir de un perro, le despidió bruscamente arrojándole a algunos pasos de distancia sobre un terreno blando y movedizo.
El semblante de Rosalía reverberó con aquel pálido destello de esperanza surgido en su pecho, y oprimiendo convulsivamente el escapulario blanco y azul que acababa el sacerdote de ceñir a su cuello, lo besó con ferviente ahínco, y -Gracias, padre -balbució, a la vez que dos lágrimas se perdían como en una placa candente al rodar en sus mejillas.
Y bocas de ladridos imprecisos negaron a mis sueños sus intentos labrantíos opacándome de brumas los fulgores hechos de eclosión solar; acumulándome escarnios,
oprimiendo mis audacias, enclaustrando mis cadencias y agotando mi silueta en marcha.
Antonio Domínguez Hidalgo
Sentados junto a la fuente nos vio la naciente luna, oprimiendo con mi brazo yo tu delgada cintura, doblando tu la cabeza entre risueña y confusa, y escuchando estas palabras, que ojalá no olvides nunca: -«El porvenir de mi vida sólo ha de ser obra tuya: tu amor sencillo y eterno será mi buenaventura.» Nunca sabrás tal vez que yo te adoro; nunca tú en mi semblante verás las huellas del amargo lloro del dulce lloro que por ti derramo, ni mi labio arrogante nunca osará esta frase, que devoro, junto a tu oído pronunciar: «Te amo.» En las grietas de la vieja torre polvo al pasar el huracán dejó; trajo el ave en su pico la semilla; cayó la lluvia y, cuando vino el sol, entre las piedras de la torre antigua brotó una flor.
-advirtió el rey a su hija, la cual, con los ojos bajos, las manos
oprimiendo el agitado seno, los labios cerrados, escuchaba la sentencia silenciosamente.
Emilia Pardo Bazán
A la derecha del patio se divisa una pequeña habitación; agrupados allí los viajeros al lado de sus equipajes, piensan el último momento de su estancia en la población; media hora falta sólo; una niña –¡qué joven, qué interesante!–, apoyada la mejilla en la mano, parece exhalar la vida por los ojos cuajados en lágrimas; a su lado el objeto de sus miradas procura consolarla,
oprimiendo acaso por última vez su lindo pie, su trémula mano...
Mariano José de Larra
Mas, ninguno le tocó, y cuando los canteros abandonaron su escondite, él estaba ya lejos
oprimiendo contra el jadeante pecho su gloriosa conquista, henchida el alma de júbilo.
Baldomero Lillo
—Naturalmente que me acuerdo... — exclamé, oprimiendo la delicada mano que ofrecía aquellos anteojos para mi examen. Eran una complicada joya, afiligranada y cuajada de piedras preciosas, que, aún bajo la escasa luz de la estancia, noté que debía ser de mucho valor.
De dos maneras se han conseguido estos bárbaros efectos: primera dando guerras tan inhumanas como injustas; segunda maltratando después de la conquista a los naturales del país, y matando a los señores, a los caciques, y a los varones jovenes y robustos; oprimiendo a los demás con la mas dura, más aspera y más cruel esclavitud, insoportable aun por bestias.