Vine a la plaza: las danzas Seguían en el tablado; Y vi subir a un Inglés En un palo jabonado Tan alto como un
ombú, Y allá en la punta colgando Una chuspa con pesetas, Una muestra y otros varios Premios para el que llegase: El Inglés era baqueano: Se le prendió al palo viejo, Y moviendo pies y manos Al galope llegó arriba, Y al grito ya le echó mano A la chuspa y se largó De un pataplús hasta abajo: De allí a otro rato volvió Y se trepó en otro palo Y también sacó una muestra ¡ Bien haiga el bisteque diablo!
Bartolomé Hidalgo
Uno yendo derecho pal Sur, hasta una pulpería de donde no tendría más que seguir el cayejón hasta la estansia y otro más corto, tomando derecho a un monte, que podía devisarse de donde estaban y, en crusándolo, enderesar a un
ombú, que ésa era la estancia e la viuda.
Ricardo Güiraldes
Desfiló cuanto existía entonces; la plaza con sólo un ombú en el rincón norteño, frente a la arcada de los fondos de Marexiano, por donde se colaba en las noches Retentén para dormir vestido sobre una pila de cueros; el circo Olímpico, donde el inglés don Pablo repetía incansablemente su pantomima de “los dos toneleros burlados y el ladrón sutil”; el frontón en que, zaguero sin izquierda, maravillaba el vasco Ereño con la sotana recogida hasta la cintura; la mesa del “Café de los Federales” donde conoció a Lavalleja.
tu cadáver yerto, Como el
ombú que el huracán desgaja, Tiene su tumba digna en el desierto, Sus grandes armonías por concierto Y el cielo de la patria por mortaja.
Olegario Víctor Andrade
Mi overo dende el
ombú, Luciendo cacharpas nuevas, Con la coscoja del freno Me alvierte que ya está alerta; Y yo, sin saber por qué, Siento en los brazos más juerza, Y menos peso en las tabas, Y más soltura en la lengua.
José Alonso y Trelles
Fría cruzaba la brisa sobre un humeante chal, oreando sangre, de prisa, fría cruzaba la brisa como la hoja de un puñal. Llanto pidiendo a las hojas, lamentos al Uruguay, plañía tristes congojas, llanto pidiendo a las hojas del
ombú y del ñandubay.
Juan Zorrilla de San Martín
No sé el año en que nací, ni el pago en que me crié, y lo menos que yo sé es del vientre que salí; mi madre lejos de sí como cachorro apestao, me echó juera abandonao cuando en tuabia mamaba, y una muger que pasaba de por ahí cerca el Rosario, bajo un ombú solitario medio muerto me encontró; la pobre me recogió y me tuvo dende niño con el más tierno cariño como si juera su hijo, y los cuidaos más prolijos conmigo siempre tenía.
Pasajes del paisaje (Desde el tronco de un ombú) fue la última colaboración literaria de Acevedo Díaz en El Nacional, y hasta ahora nunca se había recopilado en volumen ni tampoco reproducido en publicación periódica alguna.
Mas si trocado el desmayo en tempestad de su seno, estalla el cóncavo trueno que es la palabra del rayo, hiere al
ombú de soslayo rojiza sierpe de llamas, que, calcinando sus ramas, serpea, corre y asciende, y en la alta copa desprende brillante lluvia de escamas.
Rafael Obligado
Es la estrella que guia al peregrino y lo liberta de caer en el abismo: es el ombú que lo cobija y ampara cuando imponente se desata el asolador pampero.
Y cuando el sol en el río vertió su lumbre primera, se vio una sombra ligera en occidente ocultarse y el alto
ombú balancearse sobre una antigua tapera.
Rafael Obligado
–El rancho de un criollo esta generalmente solitario, sin árboles, apenas con uno u otro ombú para sombra al costado, sin huerta y sin nada.