unto a la verde
muralla que se extiende alrededor de Copenhague, se levanta una gran casa roja con muchas ventanas, en las que crecen balsaminas y árboles de ámbar.
Hans Christian Andersen
Mira: En el antepecho de una de las ventanas se apoya una anciana solterona, entretenida en arrancar las hojas secas de la balsamina y mirando la verde
muralla, donde saltan y corren unos alegres chiquillos.
Hans Christian Andersen
¡Qué mejillas más sonrosadas y qué ojos tan brillantes! Pero no llevan medias ni zapatos; están bailando sobre la
muralla verde. Según cuenta la leyenda, hace pocos años la tierra se hundía allí constantemente, y en una ocasión un inocente niño cayó con sus flores y juguetes en la abierta tumba, que se cerró mientras el pequeñuelo jugaba y comía.
Hans Christian Andersen
Allí los dioses Titanes bajo una oscura tiniebla están ocultos por voluntad de Zeus amontonador de nubes en una húmeda región al extremo de la monstruosa tierra; no tienen salida posible: Posidón les puso encima broncíneas puertas y una muralla les rodea de ambos lados.
Allí se alzaba la
muralla, que no tardó en cubrirse de un césped espléndido. Los niños ignoran la leyenda; de otro modo, oirían llorar al que se halla bajo la tierra, y el rocío de la hierba se les figuraría lágrimas ardientes.
Hans Christian Andersen
Los confirmandos irán cogidos de la mano a la verde
muralla; tú llevarás un vestido blanco que le habrá costado mucho a tu madre, a pesar de estar hecho de otro viejo más grande.
Hans Christian Andersen
Pensarás en tus galas y en Dios Nuestro Señor. ¡Qué hermoso es pasear por la
muralla! Y los años transcurren, con muchos días sombríos, pero también con sus goces de juventud.
Hans Christian Andersen
Y tú encontrarás un amigo, sin saber cómo; se reunirán, y al acercarse la primavera irán a pasear por la
muralla, mientras todas las campanas doblan llamando a la penitencia y a la oración.
Hans Christian Andersen
iban entonces a los lugares designados. “Como nuestra muralla, como nuestro clan, como nuestras empalizadas, nuestras fortalezas, será esto.
¡Y vosotras resecas Tebaidas, históricas ciudades llenas de soledad y de silencio que parecéis muertas bajo la voz de las campanas, no la dejéis huir, como tantas cosas, por la rota muralla!
Los cuarteles, incluso el de la gran ciudadela, los cuerpos de guardia que había en contorno de la muralla, abandonados los unos el resto abunda de inmundicia y de toda clase de sabandijas; no hay en ejercicio, un solo establecimiento de recreo; y en esa proporción todo lo demás que presenta a Montevideo como una colonia lóbrega colmada de miseria, en donde las gentes viven en un perfecto aislamiento, casi sin dar más muestras de racionalidad que los edificios con se libran de la intemperie ”.
Esa actividad republicana enorme, ubicua, verdaderamente incansable durante cuarenta años, ha consistido en una abundantísima producción oral, y con ser tan tenues, tan leves los cuerpos de las palabras, han sido tantas las pronunciadas por los republicanos, que se han condensado en un recio muro, puesto en torno a la Monarquía, a la Monarquía tradicional, a la Monarquía lealista y extranacional, de tal manera que la defensa más poderosa que hasta ahora ha tenido la Monarquía ha sido esa muralla china de la oratoria republicana.