Algunos mandan preguntar si meten en la cuenta a los muertos en los 136 días y noches de cerco, preguntan si cuenta Amalia, 25 años y 7 hijos, que se empezó a poner "un poco mal a las 6 de la tarde 125 del cerco, que comenzó con fiebre, diarrea, vómitos y a desangrarse por entre las piernas, que la ambulancia dijo que no podía, que a las 4 de la mañana nosotros conseguimos gasolina y fuimos por ella en un maltrecho camión de tres toneladas, que la trajimos a nuestro puesto de sanidad, que 100 metros antes de llegar con Teniente Elena dijo: "Me voy a morir", que cumplió su palabra y 98 metros antes de la morena cara de Elena se murió...
Aquel día no soñamos más. ¡Ah, mi adorable, mi bella, mi querida garza
morena! Tú tienes en los recuerdos profundos que en mi alma forman lo más alto y sublime, una luz inmortal.
Rubén Darío
Tu fulgor abre jazmines sobre mi cara encendida. -Dios te salve, Anunciación. Morena de maravilla. Tendrás un niño más bello que los tallos de la brisa.
Saltó en tierra lleno de agilidad, y díjole a su mujer, sonriéndole cariñosamente, al par que ataba el caballo por la brida a los hierros de la ventana: -¡Dios te bendiga, salero, y qué ganitas que tenía yo ya de ver tu cara morena!
-Pos bien -continuó Currita con voz risueña-, viendo el Toneles que no hacía caso empezó a trabajar con las de Caín, y me sortó tres o cuatro palomos de los de mejor casta der barrio, y yo, que me comí la partía, empecé a repicar a quéa, y la de los Chícharos me regaló un par de botas a la Imperiala y un corte de vestío y dos pares de enaguas blancas que, de finas que son, paecen de tó menos de muselina morena.
Veintiséis o veintisiete primaveras podría contar nuestro protagonista, y era de tez morena, grandes ojos de lánguidas y adormecedoras pupilas, con facciones de correcto dibujo, curvas mejillas, donde azuleaba la barba cuidadosamente afeitada, como el bigote; sus labios eran frescos y encendidos; como de marfil su dentadura, algo grande y desigual; su cabello, abundante y sedoso, tan oscuro como sus bien arqueadas y pobladísimas cejas y como sus larguísimas pestañas, desbordaba por bajo el ala del airoso rondeño gris, y era vigorosa y cenceña su figura, que avaloraban ajustado marsellés, ceñidor y pañuelo de raso azul que lucía a guisa de corbata sobre la bordada y blanca pechera de la camisa.
Y enmudeció la Golondrina y se contrajo su bello semblante, aquel semblante suyo en el que Dios había puesto ojos grandes y negros y relampagueantes, y mejillas de delicada curvatura, en las que al hablar marcábanse dos tentadores hoyuelos; boca, si algo rasgada, de labios gruesos y encendidos, de dentadura de marfil, y tez, si morena, tan suave y reluciente como el raso.
-Pos ná, que estando en la cañá e las Palomas me rodearon sin que los sintiera ni la tierra y me llevaron al Tajo de los Mimbrales, de aonde me he poío escapar, y yo no sé cómo no me han arrecogío, poique es que uno de los chinazos que me han tirao me quitó un rizo como ricuerdo, y lo que siento es que se vaya a pensar otra cosa mi morena.
Y mirar los eternos jardines de la sombra. ¡Oh princesa morena que duermes bajo el mármol! ¿Tienes los ojos negros abiertos a la luz?
En el cofre de plomo, dentro de tu esqueleto, Tendrás el corazón partido en mil pedazos. Y Granada te guarda como santa reliquia, ¡Oh princesa morena que duermes bajo el mármol!
Entre la muchedumbre que esperaba el momento de llegar a la ventanilla de empeño, se encontraba una mujer
morena, vestida con negros andrajos, de porte indígena, ojos llorosos y rostro como sublimado por el dolor.
Antonio Domínguez Hidalgo
El vizconde de La Tremisiniére, premiado por la Academia como autor de un estudio sobre uno de sus abuelos, compañero de Conde, y muy apreciado por los anticuarios de la orilla izquierda del Sena, que le colocaban todos los lienzos malos de sus almacenes, le llamaba Velásques, satisfecho de que la color
morena y ligeramente verdosa del conde, el negro y empinado bigote y los ojos graves, le proporcionaban ocasión de lucir sus grandes conocimientos en pintura española.
Vicente Blasco Ibáñez