Tuvo en su mocedad amores terrenos, que cantó en El jardinero; pero el resto de su obra, espléndido edificio lírico, no tiene, señora, más inquilino que Dios.
No se debe olvidar que formamos parte de una generación iniciada en la vida a la hora del desastre postrero, cuando los últimos valores morales se quebraron en el aire, hiriéndonos con su caída. Nuestra mocedad se ha deslizado en un ambiente ruinoso y sórdido.
De tí viene todo lo bueno, Señor; nos diste á Bolívar, gloria á ti, gran Dios; transmitieran á sus hijas, limeñas de los tiempos de mi mocedad, una frase que, según ellas, tenía mucho entripado y nada de cuodlibeto.
Como el nuevo virrey había subs- tituido el tratamiento de muy nobles señores que hasta entonces se daba á los cabildantes, con el de nobles señores dijo riéndose don Martín, en pleno Cabildo de Potosí:— Ya le enseñaremos á tener crianza á ese virrey de mojiganga, que viene asaz des- comedido en el escribir.— El vejete, que había sido siempre revoltoso, creía conservar aún los bríos de su mocedad y vol- ver á armar la gorda.
Un padre ó una madre que, engreídos con sus pergaminos, obstaculizan el matrimonio de un hijo, á quien la mocedad y el inherente calorcillo de la sangre traen encalabrinado por una chica que no luce otras dotes que las de virtud y hermosura, j ero cuyo primer sueño no fué arrullado en cuna dorada, son tipos que abundan en el teatro de Lope y de Calderón.
Entregaron su cuerpo a las privaciones, su honra a las lenguas, su
mocedad a un ascetismo risible, menospreciado..., y cumplieron la palabra dada a una moribunda de salvar un honor y hacer dichoso a un hombre.
Emilia Pardo Bazán
Con esto, se fue la Pipota, diciéndoles: -Holgaos, hijos, ahora que tenéis tiempo; que vendrá la vejez y lloraréis en ella los ratos que perdistes en la
mocedad, como yo los lloro; y encomendadme a Dios en vuestras oraciones, que yo voy a hacer lo mismo por mí y por vosotros, porque Él nos libre y conserve en nuestro trato peligroso, sin sobresaltos de justicia.
Miguel de Cervantes Saavedra
¡Mirad por quién he perdido y gastado mi
mocedad y la flor de mis años, sino por un bellaco desalmado, facinoroso e incorregible!
Miguel de Cervantes Saavedra
Finalmente, yo pasaba una vida de estudiante sin hambre y sin sarna, que es lo más que se puede encarecer para decir que era buena; porque si la sarna y la hambre no fuesen tan unas con los estudiantes, en las vidas no habría otra de más gusto y pasatiempo, porque corren parejas en ella la virtud y el gusto, y se pasa la
mocedad aprendiendo y holgándose.
Miguel de Cervantes Saavedra
Así terminaba la narración de una de las aventuras de su
mocedad mi amigo don Adeodato de la Mentirola, anciano que militó al lado del coronel realista Sanjuanena y que hoy mismo prefiere a todas las repúblicas teóricas y prácticas, habidas y por haber, el paternal gobierno de Fernando VII.
Ricardo Palma
Este matrimonio nos trae al magín un soneto que escribimos, allá por los alegres tiempos de nuestra
mocedad, y que, pues la ocasión es tentadora para endilgarlo, ahí va como el caballo de copas: Caséme por mi mal con una indina, fresca como la pera bergamota; trájome suegra y larga familiota y por dote su cara peregrina.
Ricardo Palma
No diré yo que esto del nuevo calendario deje de significar un progreso; que con mi terquedad no haría sino imitar al anciano aquel que, aferrado a las cosas de su
mocedad, nada encontraba bueno en el presente.
Ricardo Palma