Cuando ambos héroes, hijo y nieto de Zeus, que amontona las nubes, se hallaron frente a frente, Tlepólemo fue el primero en hablar y dijo: —¡Sarpedón, príncipe de los
licios!
Homero
Tres veces se le presentó la duda en la mente y en el corazón, y tres veces el próvido Zeus tronó desde los montes ideos para anunciar a los teucros que suya sería en aquel combate la inconstante victoria. Y Héctor los animaba, diciendo a voz en grito: —¡Troyanos,
licios, dárdanos, que cuerpo a cuerpo combatís!
Homero
Glauco, hijo de Hipóloco y príncipe de los
licios, arrojó en la reñida pelea un dardo a Ifínoo Dexíada cuando subía al carro de corredoras yeguas, y le acertó en la espalda: Ifínoo cayó al suelo y sus miembros se relajaron.
Homero
Ya que el peso de la batalla gravita principalmente sobre vosotros entre los troyanos y los
licios, porque sois los primeros en toda empresa, ora se trate de combatir, ora de razonar, quedaos aquí, recorred las filas, y detened a los guerreros antes que se encaminen a las puertas, caigan huyendo en brazos de las mujeres y sea motivo de gozo para los enemigos.
Homero
Mas, sin embargo de esto y de no tener aquí nada que los aqueos puedan llevarse o apresar, animo a los
licios y deseo luchar con ese guerrero, y tú estás parado y ni siquiera exhortas a los demás hombres a que resistan al enemigo y defiendan a sus esposas.
Homero
Preciso es que ahora nos sostengamos entre los más avanzados y nos lancemos a la ardiente pelea, para que diga alguno de los
licios, armados de fuertes corazas: No sin gloria imperan nuestros reyes en la Licia; y si comen pingües ovejas y beben exquisito vino, dulce como la miel, también son esforzados, pues combaten al frente de los
licios.
Homero
El lado de Timbra lo obtuvieron por suerte los
licios, los arrogantes misios, los frigios, domadores de caballos, y los meonios, que combaten en carros.
Homero
Héctor, al notar que Agamemnón se ausentaba, con penetrantes gritos animó a los troyanos y a los
licios: —¡Troyanos,
licios, dárdanos que cuerpo a cuerpo combatís!
Homero
Y Menesteo decidió enviar a Tootes, el heraldo para que llamase a Ayante: —Ve, divino Tootes, y llama corriendo a Ayante, o mejor a los dos, esto sería preferible, pues pronto habrá aquí gran estrago. ¡Tal carga dan los caudillos
licios, que siempre han sido sumamente impetuosos en las encarnizadas peleas!
Homero
Apartóse Sarpedón del parapeto; pero no se retiró, porque en su ánimo deseaba alcanzar gloria. Y volviéndose a los
licios, iguales a los dioses, les exhortó diciendo: —¡Oh
licios!
Homero
Clitie 4.271-284 - Las hijas de Minias (II) 4.285-388 - Sálmacis y Hermafrodito 4.398-415 - Las hijas de Minias (III) 4.416-542 - Atamante e Ino 4.543-562 - Las compañeras de Ino 4.563-603 - Cadmo y Harmonía 4.604-662 - Perseo y Atlas 4.663-771 - Perseo y Andrómeda 4.772-803 - Perseo y Medusa 5.1-235 - Perseo y Fineo 5.236-249 - Otras hazañas de Perseo 5.250-268 - Pégaso 5.269-293 - Pireneo 5.294-317 - Las Piérides (I) 5.318-331 - Metamorfosis de dioses 5.332-571 - El rapto de Prosérpina 5.572-641 - Aretusa 5.642-661 - Triptólemo 5.662-678 - Las Piérides (II) 6.1-145 - Aracne 6.146-312 - Níobe 6.313-381 - Los paisanos licios 6.382-400 - Marsias 6.401-411 - Pélope 6.412-674 - Tereo...
Los
licios, temiendo la reconvención del rey, junto con éste y con mayores bríos que antes, cargaron a los argivos; quienes, a su vez, cerraron las filas de las falanges dentro del muro, porque era grande la acción que se les presentaba.
Homero