Mis barras, anunciantes de mis rutas, las luzco arrogante y cada una de las estrellas que las adornan parece
lanzar destellos luminosos, en cuyos resplandores se confirma mi poderío.
Antonio Domínguez Hidalgo
Esos son mis ojos, ¡bellos ojos! Y, mientras hablaba, seguía sacando más y más gafas, tantas que empezaron a brillar y a lanzar destellos sobre la mesa.