No lo habrá más perdido, ni más holgazán, ni más simpático. Es de los que se hacen querer, no sólo por sus franquezas y alegrías con todo el mundo, sino por su
labia y chiste.
Emilia Pardo Bazán
Tienen una cara graciosa, un habla suelta, insinuante,
labia, desparpajo; saben hacer útiles abriendo portezuelas, avisando simones o recogiendo el pañuelo que se cae; conocen el arte de mendigar, y cuando, al anochecer, repiten «con más hambre que un oso» o reclaman, cual si les debiese de derecho, la «perrilla».
Emilia Pardo Bazán
So pretexto de buscar un cerdo que dizque se le había remontado, fuése a las lavadoras de oro, y con la
labia y el disimulo del mundo, les sonsacó todas las mañas y particularidades del oficio.
Tomás Carrasquilla
si me da una rabia el ver que a mí ¡a la Isidora! quieran ganarle a señora porque tienen mejor
labia. ¡Y porque gastan corsé, y gorras a la francesa, ni levantan la cabeza a saludar!
Hilario Ascasubi
-No, hombre, yo te he llamao pa decirte que tú eres er mozo más chipé der barrio, el más bonito, er más pinturero y er más afortunao con toítas las mujeres; que a la gachí que tú le pongas los puntos ya puée mandar por los Oleos, pues no le vale ni Santa Rita; que, además de los méritos que te dio el divé que es la bandera de tu amparo, tú tiées güenos comportamientos pa con tos los que te estiman, y tiées simpatía y tiées labia y tiées perfil, y tiées güenas ropas y lo único que te jace falta es un remontúa de chipé con una leontina de oro de chipé y en la leontina y como corgantes un sello y dos tumbagas.
Aquel demontre de chico, con su
labia melosa y su derretimiento extático ante todas las mujeres que pisaban la joyería, las embaucaba, especialmente si pertenecían a la clase equívoca, que se adorna con brillantes y perlas, más que las madres de familia honradas.
Emilia Pardo Bazán
Solo que tales funciones requieren
labia, expediente, agilibus..., y el doctoral no poseía semejantes dones, esencialísimos en los tiempos que corremos.
Emilia Pardo Bazán
Hame caído en gracia lo que dijo con un diente y media muela la señora Encina: «¡Qué caraza de estudiantón! ¡Y qué labia! Hiede a perros, y no se le caerá un real si le queman».
Que otro tiempo jue el primero pa la guerra y el amor, pueta de menta y cantor letrao de labia y de cencia su nombre siempre en la ausencia fue alabao como el mejor!
Y ella, con la arenga y labia necesaria, de que la mujercilla no carecía, después de haberle besado la mano, le suplicó le hiciese merced de prestarle por dos días aquel vestido que traía puesto, y que se quedase en prenda de él aquella cadena, que era la misma que le había dado don Diego, porque casaba una sobrina.
Comenzó don Apolo a desbobarse; y de tanta hermosura satisfecho, dijo en su corazón: «Aquesto es hecho, esta rara belleza será mi quebradero de cabeza.» Íbasele acercando el mancebito, haciendo con la boca un pucherito, a medio declararse con la risa, pronunciando jalea y canelones, que pudieran beber con las razones; el gesto con agrado de los que llegan a pedir prestado; zalamero el semblante, como con su doctor un platicante; y llegándose más a su presencia, con la cara de oír de penitencia, y el rostro tan indigno, que parecía amante capuchino, con retórica sabia, que tenía el mozuelo buena labia, comenzó el parlamento con lo de «mi atrevido pensamiento».
JULIÁN GIMÉNEZ Sabe que es usté ladino, no se cansa ni un momento; ¡su lengua es el movimiento de la rueda de un molino! Si me hace acordar a un pion estrangis que yo tenía, era labia tuito el día en su idomia aquel nación.