A más de sus estudios de Derecho, inventarió en su haber cultural y periodístico, conocimientos de Administración de Diarios y Revistas, siguiendo un Curso en la Escuela Internacional de los Estados Unidos, que le capacitó para un desempeño de verdadero profesional en estas labores.
La Constitución de 1917 recogió viejos afanes históricos mexicanos, inventarió y encontró soluciones para grandes necesidades sociales de nuestro pueblo, estableció garantías que hicieron posible el desenvolvimiento de las libertades espirituales y consignó nuestro nacionalismo revolucionario y los métodos para que este nacionalismo pudiera desarrollarse y fortalecerse.
Su biblioteca especializada en humor y teatro pasó al Centro de Documentación de las Artes Escénicas de Andalucía, que inventarió y catalogó sus fondos en cuatro idiomas, español, francés, inglés e italiano.
Tras el incendio del Alcázar de 1734 pasó al Palacio del Buen Retiro, donde en 1789 y 1794 se inventarió como obra de Juan Bautista Martínez del Mazo dada esa menor estima.
Como parte de sus funciones en la corte, donde llegó a ser el más antiguo de los pintores de cámara, se encargó de pintar cartones para los tapices confeccionados en la fábrica de Santa Bárbara, diseñó altares portátiles, tasó e inventarió las colecciones reales de pintura en 1747 y 1772 y restauró no menos de 400 cuadros en la que según Ceán Bermúdez fue su principal ocupación de sus últimos años.
En 1915 se logró la contratación de un Jefe de la Sección de Antropología del museo, Leotardo Matus, quien inventarió las existencias de la sección, contabilizando 4.837 objetos.
Cuando la obra se inventarió por vez primera, fue descrita como «una mujer desnuda», probablemente debido a su naturaleza controvertida.
Aunque las primeras noticias son de 1797, cuando se inventarió a nombre de Durero con los bienes del infante Luis de Borbón y Farnesio, la composición era bien conocida en España desde fechas tempranas, como demuestra la citada réplica pintada por Bernardo de Arás para un retablo contratado en 1461 y acabado en 1463, aunque lo que se conociese en la península quizá no fuese la tabla original sino alguna de las múltiples copias y réplicas que a partir de ella se hicieron tanto en España como en Francia principalmente.
El cuadro procede del Palacio de la Granja de San Ildefonso donde en 1746 se inventarió como obra de Tintoretto, ingresando ya con atribución a Velázquez en el Museo del Prado de Madrid al crearse la pinacoteca en 1819.
Esta copia se inventarió como tal ya en el siglo XVII en la colección del marqués del Carpio, pasando luego a la propiedad de Gaspar Melchor de Jovellanos en tiempos de Ceán Bermúdez, cuyos escritos sobre esta obra no se publicaron hasta 1885.
La Junta de Castilla y León inventarió finalmente este yacimiento con su nombre actual y protegiendo de esta forma una extensión de terreno de 0'8 ha.
El bosque Sahafina fue objeto de estudio solo hasta 2008 y 2009, cuando el Groupe d'Étude et de Recherche sur les Primates de Madagascar (GERP), una asociación malgache de investigación y conservación, inventarió los lémures de este bosque.