Pero después de todo lo que hemos convenido es necesario unir al deseo de lo bueno el deseo de la inmortalidad, puesto que el amor consiste en desear que lo bueno nos pertenezca siempre.
Así se conservan todos los seres mortales; no permanecen en absoluto y siempre los mismos como lo que es divino, pero el que envejece y se deja en su lugar un individuo joven parecido a lo que era él mismo. Aquí tienes, Sócrates, cómo todo lo que es mortal, el cuerpo y lo demás, participa de la inmortalidad.
No te asombre, pues, que todos los seres animados asignen tanta importancia a su descendencia, porque es del deseo de la inmortalidad de donde proceden la solicitud y el amor que los animan.
Pero para esta inmortalidad de la virtud, para esta noble gloria, no creo que haya nada tan eficaz como que cada uno obre con tanto más ardor mientras más virtuoso sea, porque todos aman lo que es inmortal.
Los que son fecundos según el cuerpo, aman a las mujeres y se dirigen con preferencia a ellas, creyendo asegurarse por la procreación de hijos la inmortalidad, la perpetuidad de su nombre y la felicidad en el transcurso de los tiempos.
Muchas mujeres ha laureado la guerra, muchas ha consagrado a la inmortalidad la virtud de los gentiles; empero ninguna fue igual a Porcia, que reconoció la flaqueza del sexo, y no sólo la desmintió, mas excediendo el ánimo varonil, fue a su marido mujer y sacrificio, dolor y ejemplo, y por acompañarle en el espíritu, despreció acompañarle en el tálamo.
Nuestra
inmortalidad está en la creación y lo demás son pequeñeces: dinero, sexo, poder, fugitivos placeres, placeres mortales; cadenas, tormentosas de los hombres pequeños, pequeñitos.
Antonio Domínguez Hidalgo
—Por supuesto que te destrozarán o te chamuscarán, pero luego te reconstruiré y volverás a ser mi juguetito. Me agradecerás el don de inmortalidad con que te estoy dotando.
Creí que otra pareja pasaba ante mí; la eterna, la que vive desde que la Humanidad sintió algo más que la punzada del estómago hambriento y la cólera homicida de la, bestia que necesitaba matar para existir; la que está esculpida en mármoles a los que los siglos han dado la amarillez del ámbar; la que ha pasado las puertas de los poetas y los artistas, en horas decisivas, para marcar su trabajo con el sello de la
inmortalidad: él, arrogante arquero, coronado de rosas; ella, pálida y ceñuda, con el reloj apoyado en los potentes pechos, de los que manan el Olvido y la Nada, marchando tras el jovenzuelo, como una amante vieja, sumisa y recelosa, que teme perderlo.
Vicente Blasco Ibáñez
¿No adivináis los desengaños y amarguras que lo llevarían al conocimiento de la mentira de las cosas humanas? Y ¿queréis volverlo a la pelea cuando ya ha triunfado? - Pero ¡eso es renunciar a la
inmortalidad! -gritó Rubens.
Pedro Antonio de Alarcón
Iba en el carro de Thespis en forma de cuervo parlanchín, agitando las alas pintadas de negro; el arpa del cantor de Islandia era pulsada por el rojo pico sonoro del cisne; posada sobre el hombro de Shakespeare, adoptaba la figura del cuervo de Odin y le susurraba al oído: ¡
Inmortalidad!
Hans Christian Andersen
Pocos días después de iniciada la campaña, Santiago Vázquez se lo expresaba a Lavalleja en estos términos: “ Sí, mi amigo, es preciso hacer todo por Vms; la suerte de la Banda Oriental puede estar sugeta a accidentes y alternativas, pero jamás lo estará la carrera magestuosa que Ud. y sus dignos compañeros se han abierto para la inmortalidad; nada puede ya arrancar a Vms.