Tendrías necesidad de salir inmediatamente de esas ciudades cultas, e irías a Tesalia a casa de los amigos de Critón, a Tesalia donde reina más el libertinaje que el orden, y en donde te oirían sin duda con singular placer referir el disfraz con que habías salido de la prisión, vestido de harapos o cubierto con una piel, o, en fin, disfrazado de cualquier manera como acostumbran a hacer todos los fugitivos.
Con inquieta y temblorosa prontitud se bajó los
harapos que traía como pantalones y en un gesto lujurioso se enlagartijó sobre la inerte.
Antonio Domínguez Hidalgo
Contestad, mexicanos; aún es hora de lavar nuestros
harapos para que brillen a la primera luz del Centenario del esfuerzo libertador de 1810.
Práxedis G. Guerrero
De un rincón pende una cuna, a manera de hamaca, formada de un costal, y en la cuna descansa el cuerpo de un niño envuelto en
harapos de dudoso color.
Ricardo Flores Magón
Habrá luz, porque los
harapos, las cicatrices viejas y las frescas, las miserias, todas que repugnan, quedarán fuera de la ciudad.
Práxedis G. Guerrero
Me hallaba sentado sobre trozos de cuerdas, restos de ruedas y de esqueletos humanos, y sobre horrorosos harapos que la podredumbre había separado de ellos.
Pommerol, Le culte de Taranis, en L'Homme, 1887, p. 461) = Se cuenta que Saint Laurent se encontró con Bóreas cubierto de harapos.
Y si, además, estos harapos se han disfrazado bien y engañosamente y se han revestido con entendimiento, entonces es de cierto todavía peor.
-Habla vuesa merced muy a lo santo, señor teniente -respondió Preciosa-; ándese a eso y cortarémosle de los
harapos para reliquias.
Miguel de Cervantes Saavedra
¡Cuántas veces la he visto pasar, vestida de brillantes harapos, castañeteándole los dientes, agitando los cascabeles del irrisorio cetro, y hacerme misteriosa mueca con que me convida hacia lo desconocido!
Pero las venas de la garganta de la mujer se hincharon, y reventaron, y cayó muerta, muerta de la furia. Loppi se sentó a sus pies, le compuso los
harapos sobre el cuerpo, y le puso de almohada el morral vacío.
José Martí
Y luego se casó, y quería mucho a su mujer y a su hijo; pero una tarde que salió en su carro de perlas y plata a pasear, vio a un viejo pobre, vestido de
harapos, y volvió del paseo triste: y otra tarde vio a un moribundo, y no quiso pasear más: y otra tarde vio a un muerto, y su tristeza fue ya mucha: y otra vio a un monje que pedía limosnas, y el corazón le dijo que no debía andar en carro de plata y de perlas, sino pensar en la vida, que tenía tantas penas, y vivir solo, donde se pudiera pensar, y pedir limosna para los infelices, como el monje.
José Martí