Entonces el hijo de Telamón hirióle debajo de la oreja con la gran lanza, que retiró en seguida; y el guerrero cayó como el
fresno nacido en una cumbre que desde lejos se divisa, cuando es cortado por el bronce y vienen al suelo sus tiernas hojas.
Homero
Cuán numerosos caen los copos de nieve que envía Zeus y vuelan helados al impulso del Bóreas, nacido en el éter; en tan gran número veíase salir del recinto de las naves los refulgentes cascos, los abollonados escudos, las fuertes corazas y las lanzas de
fresno.
Homero
Y así la ponderosa lanza de Eneas no perforó entonces la rodela, por haberlo impedido la lámina de oro que el dios puso en medio, sino que atravesó dos capas y dejó tres intactas, porque eran cinco las que el dios cojo había reunido: las dos de bronce, dos interiores de estaño, y una de oro, que fue donde se detuvo la lanza de
fresno.
Homero
Solamente dejó la lanza ponderosa, grande y fornida del eximio Eácida, porque Aquileo era el único aqueo capaz de manejarla: había sido cortada de un
fresno de la cumbre del Pelión y regalada por Quirón al padre de Aquileo, para que con ella matara héroes.
Homero
Aquileo despidió luego la ingente lanza, y acertó a dar en el borde del liso escudo de Eneas, sitio en el que el bronce era más delgado y el boyuno cuero más tenue: el
fresno del Pelión atravesólo, y todo el escudo resonó.
Homero
Euforbo arrancó la lanza de
fresno; y retrocediendo, se mezcló con la turba, sin esperar a Patroclo, aunque le viera desarmado; mientras éste, vencido por el golpe del dios y la lanzada, retrocedía al grupo de sus compañeros para evitar la muerte.
Homero
Aquileo obedeció, con el corazón alegre, y se detuvo en seguida, apoyándose en el arrimo de la pica de asta de
fresno y broncínea punta.
Homero
Con tal caudillo llegaron los ligeros abantes, que dejaban crecer la cabellera en la parte posterior de la cabeza: eran belicosos y deseaban siempre romper con sus lanzas de
fresno las corazas en los pechos de los enemigos.
Homero
Príamo y su pueblo, armado con lanzas de
fresno; el excelso Jove Cronión, que vive en el éter, irritado por este engaño, agitará contra ellos su égida espantosa.
Homero
Bien lo conoce mi inteligencia y lo presiente mi corazón: día vendrá en que perezcan la sagrada Ilión, Príamo y su pueblo armado con lanzas de
fresno.
Homero
Los ilustres camaradas de Sarpedón, igual a un dios, lleváronle al pie de una hermosa encina consagrada a Zeus, que lleva la égida; y el valeroso Pelagonte, su compañero amado, le arrancó la lanza de
fresno.
Homero
Los troncos les dan cortezas en que se guarden sus nombres mejor que en tablas de mármol o que en láminas de bronce. No hay verde
fresno sin letra, ni blanco chopo sin mote; si un valle Angélica suena, otro Angélica responde.
Luis de Góngora y Argote