al hacer un emboque uno de los jugadores; abriéndonos paso a través de la batería formada por los pellejos de vino, barriles y cacharros que sobre un carro, debajo y a los lados de él, a la sombra de un castaño, son la delicia de los bebedores; echándonos por la derecha para no turbar el sueño pacífico de los jamelgos de un cura y un señor de aldea, que están amarrados al cabezón del mismo carro, quizá por casualidad, quizá porque los jinetes tomaron este norte como de mejor atractivo para cuando vaya anocheciendo; guardando el cuerpo del fogoso trotón de ese jándalo...
Al fin, creyendo que la mejor resolución sería acudir a Néstor Nelida, el más ilustre de los hombres, por si entrambos hallaban un medio que librara de la desgracia a todos los dánaos, levantóse, vistió la túnica, calzó los blancos pies con hermosas sandalias, echóse una rojiza piel de corpulento y
fogoso león que le llegaba hasta los pies, y asió la lanza.
Homero
De fuerza lleno, En el triste horizonte nebuloso, Tiende sus alas aquilón
fogoso, Y las bate: la vela estremecida Cede al impulso de su voz sonora, Y cual flecha del arco despedida, Corta las aguas la inflexible prora.
José María Heredia
En un alazán
fogoso viene, de hierro vestido, la gruesa lanza en la cuja, la luenga espada en el cinto; un penacho jalde y negro, cual matorral sobre un risco, ondea sobre su almete, y da al sol variados visos.
Ángel de Saavedra
La fortaleza, Atenea y Hera te la darán si quieren; tú refrena en el pecho el natural
fogoso —la benevolencia es preferible— y abstente de perniciosas disputas para que seas más honrado por los argivos viejos y mozos.
Homero
Lo que se susurró fue si la esposa de don Juan se asomaba o no se asomaba a la galería para ver pasar la milicia capitaneada por el apuesto don Pedro del Morrión, el más
fogoso nacional de Marineda.
Emilia Pardo Bazán
El
fogoso animal que le llevaba espuma enrojecida derramaba; su acero, su cañón, cuyo estallido, semejante al yalpor, daba la muerte, con su sangre no más se vio teñido.
Jacinto de Salas y Quiroga
El artículo de fondo era una cantárida, como que lo había escrito sin encomendarse a Dios ni al diablo un muchacho
fogoso, colegialito de San Carlos.
Ricardo Palma
El desconocido y Cecilia llevados por el fogoso caballo iban a internarse en el monte cuando vieron a pocos pasos un grupo de hombres armados a cuyo frente divisaron a Serrano y a Lorenzo.
Bien fingida estaba la voz del cardenal della Gamba; cierta es su lascivia que mal se contiene en público, pero aun cuando estalle a solas con su barragana, no será como tú la imitaste, sino meliflua, comedida en la apariencia, y más parecida a la del gato que a la del caballo fogoso...
Detenido por los fieles el
fogoso animal, dejose caer el alebronado jinete, y poniéndose de rodillas delante del comendador, gritó: -¡Confesión!
Ricardo Palma
Gran empeño puse en disuadirte, pero venció tu ánimo
fogoso y menospreciaste a un fortísimo varón honrado por los dioses, arrebatándole la recompensa que todavía retienes.
Homero