A la mañana siguiente, Touéno-Bouéno llevó su lobo a una feria que se celebraba en los alrededores. Todos los que estaban en la explanada de la feria se quedaron admirados ante aquel precioso carnero, tan bueno y tan llamativo.
De frente a San Marcelo los envía, donde hay para luchar gran explanada, para que allí, formando compañía, se junte en una al fin su gente armada.
Cruzamos el puente de Waterloo y después, interminablemente, otras calles, hasta que para mi sorpresa me vi en la explanada misma de donde habíamos partido.
Había una explanada delante de él donde unos carboneros están bailando; me siento a mirarlos en un banco, y reflexiono en qué pensarán esos al verme.
—oOo— Y por si lo anterior fuera poco debemos preguntarnos: ¿Y la presencia juvenilmente agresiva de Diego Fernández de Ceballos en la explanada de C.U.?
¿Pero si le pegan a Juncos?... Llegados a una pequeña explanada, al pie de un cerro de la campiña, se detuvo el tropel. Alguien estaba llorando.
Ramón Montiel atravesó la explanada con reposado continente; y oyendo circular por filas la voz de "pena de la vida al que pida por el reo", se volvió para dominar con aire altanero todos los costados del cuadro, y dirigiéndose al digno capellán que lo exhortaba a bien morir, murmuró lentamente: -No siga entonces, padre, porque si saben que está rezando por mí, lo van a fusilar también.
Pasé a través del arco ligero y dorado de la cancela, directo hacia la explanada del jardín, donde se encontraba mi amada y caí a sus pies, vencido por tanta belleza.
Mire por donde yo señalo con la mano. Ese sendero de ahí enfrente tuerce a la izquierda, sale a una explanada, luego... -No hay quien lo entienda -interrumpió el hombre-; y el caso es que urge verlo para el ajuste de los garbanzos y de la cebada.
Pero adonde todos van es al campo que tiene delante el palacio donde los soldados mancos y cojos cuidan la sepultura de piedra de Napoleón, rodeada de banderas rotas: ¡y en lo alto del palacio, la cúpula dorada! Todos van, a ver los pueblos extraños, a la
Explanada de los Inválidos.
José Martí
Todos obedecieron, mudos y sombríos, atravesaron corredores, bajaron estrechas escaleras, salieron de la prisión y se dirigieron a la explanada, en la que aguardaban más soldados y oficiales rebeldes.
Cuentan las cosas con tantas palabras raras, y uno no las puede entender!: como cuando le dicen ahora a uno en la Exposición de París: «Tome una djirincka-¡djirincka!-y vea en un momento todo lo de la
Explanada»: ¡pero primero le tienen que decir a uno lo que es djirincka!
José Martí