Cuando se les preguntaba, alegaban razones de economía: la verdad era que temían que la criada, en alguna de sus frecuentes ausencias, les robase el tesoro que ocultaban en un
escondrijo sólo de ellos conocido, pero que el diablo podía hacer que ella a su vez conociese...
Emilia Pardo Bazán
Grande era mi asombro, cuando las mujeres, sucias y desgreñadas, huían de mí exhalando chillidos; cuando los niños, negruzcos y feos como sapos, me tiraban piedras desde el
escondrijo de los picantes setos de nopal...
Emilia Pardo Bazán
Al ver la sardinera que por aquel día no había modo de reñir con nadie desde el balcón, encerróse también en su caverna; sacó de un escondrijo una botella de aguardiente, bebióse cerca de la mitad; y cuando los vapores de aquel veneno comenzaron a adormecerla, acercóse balbuciente y con paso mal seguro a la sucia y fementida cama, y en ella se desplomó, revolcándose allí como cerdo en su pocilga.
Nada de esto molestaba al buen señor como los fracasos de su oratoria, que no lograba serenar el atribulado espíritu de la dueña. Porque si en algún
escondrijo del alma del doctoral crecía la mala hierba de una pretensión, era en el terreno de la elocuencia.
Emilia Pardo Bazán
No sé qué fue más pronto, si salir el animalucho aquel de su
escondrijo, o tirarme yo al suelo desde lo alto de la escalera, con peligro de romperme un brazo, todo asustado, todo conmovido, como si hubiese visto animarse uno de aquellos vestiglos de piedra que se enroscan entre las hojas de trébol de la cornisa y abrir la boca para comerme crudo.
Gustavo Adolfo Bécquer
A la media hora, Rafaelito, que no había cesado de trabajar, tuvo deseos de desayunarse, y saltando de su escondrijo una rata le presentó un mendrugo negro y duro, advirtiéndole que aquél era el desayuno del remendón.
El río, que desde las musgosas rocas donde tenía el nacimiento, venía siguiendo las sinuosidades del Moncayo, al entrar en la cañada por la vertiente, deslizábase desde allí bañando el pie de los sauces que sombreaban sus orillas, o jugueteando con alegre murmullo entre las piedras rodadas del monte, hasta caer en una hondura próxima al lugar que servía de
escondrijo al montero.
Gustavo Adolfo Bécquer
Farruco, risueño, contestaba: -No es tan fácil entrar aquí... ¡El
escondrijo es bueno!... En todo caso, se llevarían cuatro chucherías de plata.
Emilia Pardo Bazán
Ocurrió por entonces en España uno de esos acontecimientos que hacen raya en la historia de los pueblos; marejadas de fondo, como diría Tremontorio, cuyas ondas, bajo un cielo sereno, sin saberse en dónde nacen, son más impetuosas a medida que caminan; y llegan a la costa, y baten sus peñascos, y no hay entre ellos cueva, ni boquete, ni escondrijo donde la furia no meta su desgreñada cabeza con pavoroso estruendo, ni puerto tan seguro que no reciba sus espumas y sienta estremecerse el limpio cristal de sus aguas.
Una tarde, a la hora del calor, me estaba metidito en mi escondrijo cuando se inflamaron las aguas, brillando una luz tan intensa que a su lado era oscuridad la del sol.
El Director era inflexible en aplicar las disposiciones de la Ley; el Doctor afirmó que la muerte era un acto científico; y dos veces al día lo visitaba el Capellán y dejaba su pequeño folleto. Y dos veces al día fumaba su pipa y bebía su cuarto de cerveza; su alma en actitud resuelta no dejaba escondrijo para el miedo.
En seguida cada uno de ellos cargó con su dios. Entonces se colocó a Sembrador en el barranco llamado Barranco del Escondrijo. llamado por ellos, en el gran barranco de la selva llamada ahora “Con Sembrador”, en donde lo dejaron: fue dejado en el barranco por Brujo Nocturno.