El Misántropo, Tartufo, Don Juan son epopeyas de costumbres, obras maestras que no comunican a su dueño menos importancia que la del primer trágico del mundo.
Amo las
epopeyas, porque de ellas brota el soplo heroico que agita las banderas que ondean sobre las lanzas y los penachos que tiemblan sobre los cascos; los cantos líricos, porque hablan de las diosas y de los amores; y las églogas, porque son olorosas a verbena y tomillo, y el santo aliento del buey coronado de rosas.
Rubén Darío
Yo os saludo en el ensueño de pasadas
epopeyas gloriosas; el caballo zahareño del vencedor; la bandera, los fusiles con sus truenos y la sangre con sus rosas; la aguerrida hueste fiera, la aguerrida hueste fiera que va a toque de clarín, el que guía, el Héroe, el Hombre; y en los labios de los bravos, este nombre: ¡San Martín!
Rubén Darío
A las evocaciones clásicas despiertan los dioses autóctonos, los de los altares pretéritos de Copán, Palenque, Tihuanaco, por donde quizá pasaran en lo lejano de tiempos y
epopeyas Pan y Baco.
Rubén Darío
Su héroe favorito era maese François Villon, parisino, tan célebre en el arte de la poética como en el arte de la estafa y el robo; ¡seguramente habría dado la Ilíada junto con la Eneida y la novela no menos admirable de Huon de Bordeaux, por el poema de las Comilonas caseras, e induso por la Légende de maître Faifeu, que son las epopeyas rimadas de los truhanes!
Allí muebles riquísimos, tronos de oro y de plata y vajillas de porcelana, que era entonces menos común que ahora; allí enanos, gigantes, bufones y otros monstruos para solaz y entretenimiento de Su Majestad; allí cocineros y reposteros profundos y eminentes, que cuidaban de su alimento corporal, y allí no menos profundos y eminentes filósofos, poetas y jurisconsultos, que cuidaban de dar pasto a su espíritu, que concurrían a su consejo privado, que decidían las cuestiones más arduas de derecho, que aguzaban y ejercitaban el ingenio con charadas y logogrifos, y que cantaban las glorias de la dinastía en colosales epopeyas.
Ya se figuraba ver escribiéndolos a un elegantísimo y joven brahman, no lejos de su magnífica quinta, bajo verde enramada, en las fértiles orillas del Kausikí, ya que los componía en su propio alcázar el príncipe heredero de Ayosia, de Cachemira o de cualquiera otro de los reinos y países que describen las antiguas epopeyas.
El hermoso y brillante pabellón que San Martín, Alvear y Urquiza llevaron altivamente en cien combates, haciéndolo tremolar con toda gloria en las tres mas grandes epopeyas que nuestra patria atravesó incólume, ha sido vilmente enlodado por el General Mitre gobernador de Buenos Aires.
Todo es en él claro, recortado, anti-nebuloso: sus obras de ficción muy llenas de historia, hijas de los sentidos y de la memoria, ó llenas de didactismo, hijas de la intelectiva. Sus romances por epopeyas y por baladas, y el Quijote por el Orlando .
Cuando azuza la aurora sus piafantes corceles y zarpan de los puertos los mercantes bajeles, los audaces navíos, trasunto de
epopeyas, con sus ilustres flámulas o sus lonas plebeyas, detrás de los velámenes, traficantes o hidalgos, marchan, recias, las olas, como impacientes galgos, ávidos de horizontes, nerviosos los ijares, voceando con estruendo sus himnos seculares.
Andrés Héctor Lerena Acevedo
El hecho de que tal emisor sea doble (dos autores: Sor Juana y su primo en Amor es más laberinto) o colectivo (el caso de ciertas epopeyas), no modifica en algo su función de organizador textual.
Ahora bien, luego de haber comprendido los principales apoyos teóricos para analizar el texto literario y de aplicar un análisis integral, intrínseco-extrínseco, el lector tiene una herramienta para ubicar las obras literarias, por su expresión y sus contenidos, en las distintas épocas en las cuales se han producido y también entender el porqué los autores escribían sus textos, como atestiguan sus manifestaciones específicas: cuentos, novelas, epopeyas, dramas, crónicas, ensayos, poemas.