me da la gana -contestó en un estallido míster Micawber. Las mejillas de Uriah perdieron el color, sólo sus párpados estaban enrojecidos.
Era de ébano tallado y de la estatura de un hombre. Tenía un rubí en la frente y sus pies estaban enrojecidos por la sangre de un cabrito recién degollado.
Su rostro cubierto por el capuchón no permitía verle sus facciones, pero se notaba un extraño fulgor en sus ojos; algo así como enrojecidos y fijos.
El saliente monstruoso de la nariz, la falta de mentón, los ojos montaraces, daban al herido el aspecto de un gran pájaro rapaz con el cuello y el pecho enrojecidos por la sangre de su presa.
La niña ordenó a su hermano que llevase aquella carta al correo, que le pusiera un sello, procurando disimular su pena porque no dudaba que al recibir aquel aviso la madre del viajero le haría volver enseguida a su lado. Mucho lloró la pobre joven y aun tenía los ojos enrojecidos cuando entró en el cuarto del convaleciente.
Era la demente una muchacha delgadita y pálida; sus facciones aniñadas, menudas, serían bonitas si las animasen la alegría y la salud; pero es cierto que hay muy pocas locas hermosas, y Cecilia no lo era sino por la expresión realmente divina de sus grandes ojos negros cercados de livor azul y
enrojecidos por el llanto cuando respondió a nuestras preguntas: -¡Va a venir, va a venir a verme de un momento a otro!
Emilia Pardo Bazán
Y lo mejor del caso era que al salir de la cárcel no había abierto la boca, y únicamente al sumirse de nuevo tras el férreo rastrillo, pensando, sin duda, en los ojos
enrojecidos y sin pestañas y en la mano huesosa y acariciadora, murmuraba, abatido, su lamento de los grandes dolores: -¡Ay, mare mehua!
Vicente Blasco Ibáñez
Flota sobre mi espíritu el melancólico recogimiento del otoño, de sus follajes quemados y enrojecidos por el frío, de los nubarrones cobrizos y violáceos de sus crepúsculos, del olor a nidos abandonados y a cloroformo de las hojas que se desprenden de las ramas, y revolotean en el aire húmedo, bajo los rayos enfermizos del sol de octubre, que apenas las calientan, para caer al suelo y esperar allí, podridas y negras, la soledad el invierno helado y las frescas sinfonías de la primavera!
Sí dijo Emma con indiferencia; se lo he comprado hace un rato a una mendiga. Carlos cogió las violetas, y refrescando en ellas sus ojos completamente enrojecidos de tanto llorar las olía delicadamente.
Parecía tener más de setenta años: la cutis ajada por los afeites, y acaso también por los sufrimientos, estaba arrugada y amarillenta: los ojos, tan brillantes en la juventud, ahora turbios y enrojecidos; el cuerpo agobiado y el andar lento y trabajoso, indicaban que las penas de una larga enfermedad la habían envejecido aún más que el trascurso de los años.
Y una angustia desesperada la hacía revolverse a gritos en su camastro estrujando sábanas y almohadas. Esa tarde desolada pensó temblorosa con los ojos enrojecidos de angustia y de odio: -Soy joven.
Temblaba tanta verdad de amor en aquellas palabras entrecortadas y trémulas, que Suzette, con los ojos
enrojecidos, secos ya de lágrimas, se levantó irguiendo su linda cabeza heráldica.
Rubén Darío