La verdad es que, en la primera mitad del siglo xvii, Mé- xico se enorgullecía con ser patria de una gran poetisa— Sor Junna Inés de la Cruz— nacida en 1614, la que mantenía co- rrespondencia poética con laureados ingenios de Madrid, y aun con vates españoles residentes en el Perú.
La madre, por dulce apatía y debilidad de carácter, la dejaba hacer cuanto se le antojaba; y, el padre, que era imperioso, como idolatraba a su hija y se enorgullecía de que se le pareciese en lo resuelta y determinada, y en la valerosa decisión con que ella procuraba siempre lograr su gusto y cumplir su real voluntad, lejos de refrenarla, solía, sin premeditar ni reflexionar, darle alas y aliento para todo.
Empezó su excelencia consagrándose al arreglo de las oficinas de hacienda, donde las cuentas andaban dadas al diablo; y tanto hincapié hizo en ello que logró enviar fuertes remesas de dinero al soberano, quien estaba siempre en pos de un maravedí para completar un duro. Por esta solicitud llamáronlo los limeños despensero del rey, apodo del que se
enorgullecía el buen marqués.
Ricardo Palma
A pesar de mis limitados medios económicos, adquirí varias importantes publicaciones médicas, cuyas láminas en colores me encantaban. Este afán de buscar lo completo en cada cuestión me
enorgullecía.
Sigmund Freud
decía Principal Guacamayo, mas en verdad Principal Guacamayo no era el sol, sino que se enorgullecía de sus jadeitas, de sus metales preciosos: pero en realidad su esplendor desaparecía allí adonde él se sentaba, su esplendor no penetraba en todo el cielo.
A causa del mal que veían en el que se enorgullecía y que él quería hacer a la faz de los Espíritus del Cielo, aquellos engendrados dijeron: “No está bien que pase eso; ese hombre no debe vivir aquí, en la superficie de la Tierra.
La fama le preocupaba poco: lo único que le
enorgullecía era ser padre de Pillín, y que su mujer, que antes era tan poquita cosa, tuviese unos pechos abultados, fuertes, siempre llenos, y la abnegación bastante rara de criar a su hijo.
Vicente Blasco Ibáñez
Mientras que se cuidaban los ojos de Principal Guacamayo se desollaron sus ojos, se acabó de quitarle sus metales preciosos. Pero él no podía ya sentirlo; todavía veía cuando lo que le enorgullecía hubo acabado de serle quitado por Maestro Mago.
De lo cual se enorgullecía su nieta, aunque sin querer que le hablasen de ello, porque gustaba mucho de la modestia tan recomendable en las jóvenes doncellas.
La mayor parte del tiempo se limitaba a rascar dos o tres cuerdas, acompañando todo movimiento del arco con otro de la cabeza, inclinándose casi hasta el suelo y golpeando con el pie cuando una nueva pareja iba a empezar. Crane se enorgullecía tanto de su habilidad en el baile como de su arte para cantar.
Chile se enorgullecía como Nación de larga tradición democrática, señera en el continente, y sus Fuerzas Armadas habían contribuido eficazmente a su formación y defensa.
A la otra se la vio en las calles de Quito y en las de Lima cabalgada a manera de hombre en brioso corcel, escoltada por dos lanceros de Colombia y vistiendo dolmán rojo con brandeburgos de oro y pantalón bombacho de cotonía blanca. La Sáenz renunciaba a su sexo, mientras la Campusano se
enorgullecía de ser mujer.
Ricardo Palma