LEONARDA Verdad; pero, ¿cómo se llama la doncella de casa? PANCRACIO ¡Ea, boba, no seas
enfadosa, Cristinica se llama! ¿Qué más quieres?
Miguel de Cervantes
Cual por la selva númida o masilia, huye acosada la animosa fiera, y, aunque huye, con soberbia faz se exilia, y lenta cede y va a su madriguera; así el infiel, cercado por familia tan enfadosa, grande y barullera de espada y lanza y de volante flecha al río a paso lento al fin se echa.
Siguese el disparatorio con que en muy poco tiempo, sin maestro, por sí sola qualquiera muger se puede esperitar de lenguaje y hacerse enfadosa, como si toda la vida lo hubiera sido, que los propios diablos no la puedan sufrir, y es probado.
No le quiero prometer a un corazón amante más perdición que venir a tropezar en celos, que es cierto que la caída será para no levantarse más; porque si calla los agravios, juzgando que los ignora, no se recatan de hacerlos; y si habla más descubiertamente, pierden el respeto, como me sucedió a mí, que no pudiendo ya disimular las sinrazones de don Manuel, empecé a desenfadarme y reprenderlas y de esto pasar a reñirle, con que me califiqué por enfadosa y de mala condición, y a pocos pasos que di, me hallé en los lances de aborrecida.