La población se caracteriza por poseer la más alta tasa de mortalidad de España (12 por mil) y la más baja tasa de natalidad (6 por mil), por lo que desde 1987 la población está disminuyendo, dado que la natalidad sólo representa el 42% de la tasa de mantenimiento de la población, aunque las ciudades grandes mantienen su población, frente a las cuencas mineras y las áreas rurales del interior que se despueblan más rápidamente.
Es en esta época cuando se despueblan aldeas como Pedehuste, La Mata de Robledo, El Bustar, Pinarejo o Catar de Pie Mediano, de las cuales tan sólo quedan algunos vestigios o tainas aisladas en medio de la montaña.
Restos romanos, como la terra sigillata se encuentran en el Vínculo, o en Villargordo, aunque algunas zonas antes pobladas se despueblan, como los alrededoers de la laguna del Arquillo.
Los años sesenta son un periodo de atonía en los que se despueblan las filas de penitentes, el déficit económico y los problemas que generan los hombres de trono se tornan pesada carga para muchas hermandades.
En el siglo XVII este tipo de literatura aumentó notablemente, de lo que son muestra los escritos de Juan Pablo Mártir Rizo, Benito Peñalosa y Mondragón, en su Libro de las cinco excelencias del español, que despueblan a España para su mayor potencia y dilatación (1629), o Juan Caramuel, en su Declaración mística de las Armas de España ínclitamente belicosas (1636).
Así ocurre no sólo en Torrejón de la Calzada, sino en Humanemos, Loranca, Fragacedos, Alba y otras muchas pequeñas aldeas de la zona que se despueblan en la segunda mitad del siglo XIV y comienzos del XV.
Por el contrario, se despueblan las emplazadas en torno al valle de Cubia y sus afluentes, quedando totalmente deshabitada la de Santo Adriano del Monte.
Tras el siglo III, la ciudad entra en crisis, produciéndose una transformación económica y la ruralización de la sociedad. La ciudad se contrae y algunas de las zonas ocupadas con la ampliación imperial se despueblan.
En esa fecha las islas ya volvían a estar pobladas por algunas familias de O Morrazo que se dedicaban a la pesca y a la ganadería ovina y caprina. En los años sesenta las islas se despueblan de nuevo, esta vez definitivamente.
Entre los años 1134 y 1140 se despueblan todas las tierras conquistadas en el valle del Jiloca, abandonándose las avanzadillas asentadas en Cella, Singra y Monreal del Campo, volviendo algunas localidades a manos almorávides, y pasando otras a poder del rey Alfonso VII de Castilla.
Se despueblan nuevamente las aldeas y las ciudades, pero se mantienen determinadas posiciones estratégicas instalando tenentes y destacamentos militares en los castillos de Daroca y Cutanda, defendidos por un alcaide o tenente y una pequeña tropa.
Acaso por ello, las ideologías religiosas despueblan el mundo en guerras brutales aún a fines del siglo XX: Irlanda, Pakistán, Kosovo, Indonesia, Sudán, se debaten en ambiciones que toman de pretexto a la divinidad para usufructuar economías, como si a la entidad divina le interesara el dinero o el triunfo político.