Que fue que una noche, poco antes que amaneciese, venían don Gaspar y su criado de una casa de conversación, que, aunque pudiera con la ostentación de señor traer coche y criados, como mozo y enamorado, picante en alentado, gustaba más de andar así, procurando con algunos entretenimientos divertirse de sus amorosos cuidados, pasando por la calle en que vivía Florentina, que ya que no veía la perla, se contentaba con ver la caja, al entrar por la calle, por ser la casa a la salida de ella, con el resplandor de la luna, que aunque iba alta daba claridad, vio tendida en el suelo una mujer, a quien el oro de los atavíos, que sus vislumbres con los de Diana competían, la calificaban de porte, que con desmayados alientos se quejaba...
Tengo para mí que el viejo Lope de Vega no tragó el an- zuelo; porque contestó á Amarilis, llevándola el amén y deján- dose querer, en tercetos muy desmayados para ser suyos.
Y luego, entre los sayones, esbirros y vil gentuza, de ademanes descompuestos y de feroz catadura, una vieja miserable, de ropa y carne desnuda, como un cuerpo que las hienas sacan de la sepultura, pues, sólo se ve que vive porque flacamente lucha con
desmayados esfuerzos, porque gime y porque suda.
Ángel de Saavedra
Aquella vivacidad antigua suya remanecía, sin embargo, en sus movimientos y gesticulaciones, y, sobre todo, en su fogoso corazón, que conservaba todo el calor de los tiempos juveniles, por más que las facultades intelectivas y el vigor físico anduviesen muy
desmayados.
Emilia Pardo Bazán
nocturno sin luna cava por ellos... Perdidos horizontes de otros días ahogados en el cieno de su octubre amortajado,
desmayados en su búsqueda de esfuerzos, ay...
Antonio Domínguez Hidalgo
8 Mas antes que ellos durmiesen, ella subió á ellos al terrado, y díjoles: 9 Sé que Jehová os ha dado esta tierra; porque el temor de vosotros ha caído sobre nosotros, y todos los moradores del país están desmayados por causa de vosotros; 10 Porque hemos oído que Jehová hizo secar las aguas del mar Bermejo delante de vosotros, cuando salisteis de Egipto, y lo que habéis hecho á los dos reyes de los Amorrheos que estaban de la parte allá del Jordán, á Sehón y á Og, á los cuales habéis destruído.
El fue quien alentó á sus compañeros, que desmayados con la pérdida de la nave y de los víveres que en ella llevaban pensaban en volverse á las Islas, y les indicó el parage del Darien como mas á propósito para establecer su Colonia; guiólos allá, arrojaron á los Indios, y formaron su población.
Y quiérote advertir de una cosa, de la cual verás la experiencia cuando te cuente los sucesos de mi vida; y es que los cuentos unos encierran y tienen la gracia en ellos mismos, otros en el modo de contarlos (quiero decir que algunos hay que, aunque se cuenten sin preámbulos y ornamentos de palabras, dan contento); otros hay que es menester vestirlos de palabras, y con demostraciones del rostro y de las manos, y con mudar la voz, se hacen algo de nonada, y de flojos y
desmayados se vuelven agudos y gustosos; y no se te olvide este advertimiento, para aprovecharte dél en lo que te queda por decir.
Miguel de Cervantes Saavedra
Y habiéndose experimentado después mayor decadencia en aquellos preciosos Dominiós y que va cada día en aumento como me lo han representado varias comunidades de su distrito, suplicándome vuelva a erigir el Virreinato para que con las más amplias facultades de este empleo logre el gobierno el mejor orden con que los
desmayados ánimos de sus vasallos se exfuercen y apliquen al cultivo de sus preciosos minerales y abundantes frutos y se evite que lo que actualmente fructifican pase a manos de extranjeros como está sucediendo en grave perjuicio de la Corona.
Felipe V de España
Con todo, tuve advertimiento de cerrar la puerta de la calle con aquel cerrojo que estaba, y caminando con pasos desmayados por la calle, sin saber adonde iba, me faltaron, con la falta de sangre, las fuerzas, y caí donde vos, señor don Gaspar, me hallasteis, donde estuve hasta aquella hora y llegó vuestra piedad a socorrerme, para que, debiéndoos la vida, la gaste el tiempo que me durare en llorar, gemir y hacer penitencia de tantos males como he causado y también en pedirle a Dios guarde la vuestra muchos siglos.
Sin embargo, este socialismo alemán, que tomaba tan en serio sus desmayados ejercicios escolares y que tanto y tan solemnemente trompeteaba, fue perdiendo poco a poco su pedantesca inocencia.
Todos podían ignorarlo; podía no alzarse en la comarca una voz para condenar a Garroso; nadie le señalaría con el dedo, porque nadie sabía el infame origen de sus rentas...; pero bien lo sabía «Aquel», el del costado herido y los pies taladrados y la barba luenga, el de la cara lívida y los desmayados ojos.