Él le dio las buenas noches, como si todas las tardes, a la misma hora, después de haber desensillado, la hubiera encontrado sentada en su cuarto; ella le pidió permiso para pasar la noche en el rancho, a que accedió buenamente, como que, entre pobres, no hay mucho cumplimiento.
Y fuera que el picaso no hubiera comido bien en La Barrancosa, fuera que las ganas con que andaba el sargento no tuvieran espuelas, lo cierto es que el carro había tenido tiempo de llegar a la casa de negocio y de ser desensillado, antes que Zamudio, llenando, con todo, su cometido, lo revisase en el patio, por mera forma, después de tomar la mañana, amablemente ofrecida por el pulpero.
Y también a la noche, encerradas las majadas y repuntada la hacienda, han desensillado los hombres, se reúnen en la cocina alrededor del fogón y antes de ir a dormir en sus recados tendidos, apaciguan el hambre con una buena presa de puchero, o dos, si quieren, pues la carne abunda y para el más pobre alcanza en la Argentina.
Sé que hemos mudado caballos, dos os tres veces; los hemos agarrado, hemos desensillado y vuelto a ensillar; sé que hemos atravesado un arroyo muy encajonado y con poca agua; tengo un recuerdo vago que tropezó muy fuerte mi caballo, y que mi compañero me felicitó por haberlo sostenido.
En una vuelta rápida, llegó al palenque, se resbaló del caballo que ya venía cansado; saltó, callado, en otro que el hijo mayor de don Gerónimo, en un abrir y cerrar los ojos, había desatado del palenque y desensillado, y cuyo cabestro, fraternalmente, le alcanzaba.
Al volver, a la noche, del pueblito, donde había anunciado primero que se quedaría dos días, don Crescencio Herrera divisó, en el palenque de su rancho, un caballo desensillado, y, al acercarse, conoció al tordillo de Máximo Benavidez.
Entregado a sí propio, mi caballo atravesaba un río con el mismo desparpajo que si desensillado y sin jinete paciera en un gramadal.
Don Martín había rodeado su majada, desensillado su caballo, y lo había atado con maneador largo, para que pudiera comer algo, durante la noche.
José Gobello explica que "compadrito se llamaba al joven de condición social modesta que habitaba en las orillas de la ciudad... algo así como un gaucho que hubiera desensillado".