Y habiendo dicho esto, se fue, dejándoles grande sospecha de que su determinación estaba descubierta. En esto vino un criado de su casa de Bruto, desalentado, a decirle que su mujer estaba expirando.
¿Qué presta a mi contento si soy del vano dedo señalado, si en busca de este viento ando
desalentado con ansias vivas y mortal cuidado?
Fray Luis de León
NO SE ATORMENTE, VISITE NUESTRO BAR CLUB. (Trueno
desalentado de labios) Y el niño vuelve a su casa. (¿Por qué no saldría?) Por donde mismo.
Antonio Domínguez Hidalgo
Se sentó
desalentado y permaneció silencioso mucho tiempo, hasta que sus pensamientos, su afán de protesta, le obligaron a hablar.
Vicente Blasco Ibáñez
Pero no, tú me has sonreido bajo tu palio y tu sonrisa era dulce como la es- peranza.¡Cuántas veces mi espíritu quiso volar hacia a ti y quedó
desalentado!¡Esta tan lejos tu alcázar!.
Rubén Darío
Entonces conocí la parte que había tenido en mi vida la memoria de la Perla del Valle, pues al perder su prestigio me sentí profundamente desalentado.
Los últimos soldados franceses acababan de atravesar el Sena buscando el camino de Port—Audemer por Saint—Sever y Bourg—Achard, y su general iba tras ellos entre dos de sus ayudantes, a pie, desalentado porque no podía intentar nada con los jirones de un ejercito deshecho y enloquecido por el terrible desastre de un pueblo acostumbrado a vencer y al presente vencido, sin gloria ni desquite, a pesar de su bravura legendaria.
Y aquí el prefecto, sacando un memorando, nos leyó en voz alta un minucioso informe de la carta, especialmente de la apariencia externa del documento perdido. Poco después de esta descripción, cogió su sombrero y se fue, mucho más desalentado de lo que le había visto nunca antes.
Y la canturía misteriosa del hilito cristalino parecía repetir: «Sagrada es la fuente». El herido,
desalentado, se desplomó en un taburete de laca, bebiendo, a falta de cosa mejor, la frescura que subía del río.
Emilia Pardo Bazán
¿De qué manera? Sólo el demonio lo entendería», concluyó desalentado. Entretanto, corrían ya por toda la capital los rumores acerca de tan extraordinario suceso, adornado con toda clase de exageraciones, como suele ocurrir.
Estando en esto, entró un muchacho corriendo y
desalentado, y dijo: -El alguacil de los vagabundos viene encaminado a esta casa, pero no trae consigo gurullada.
Miguel de Cervantes Saavedra
Faltaba jugo medular a toda la osamenta; los excesos, la vida desarreglada, habían secado aquel organismo, convirtiéndolo en yesca, pero dejando intacta la bravía voluntad, las pasiones nunca domadas, la cólera, la sensualidad, la gula, como para demostrar que lo malo es lo que no muere... Javier,
desalentado, alzó la cabeza, y murmuró, leal: -No cabe hacer nada, tío.
Emilia Pardo Bazán