Dijo; y, puesta la robusta mano en el argénteo puño, envainó la enorme espada y no desobedeció la orden de Atenea. La diosa regresó al Olimpo, al palacio en que mora Zeus, que lleva la égida, entre las demás
deidades.
Homero
Dijérase que aquella diosa honrada de la clase media había estudiado su modo de vestirse, de peinarse, de mirar, de moverse, de conllevar, en fin, los tesoros de su espléndida juventud en tal forma y manera, que no se la creyese pagada de sí misma, ni presuntuosa, ni incitante, sino muy diferente de las
deidades por casar que hacen feria de sus hechizos y van por esas calles de Dios diciendo a todo el mundo: Esta casa se vende...
Pedro Antonio de Alarcón
Hay escritores fieles, y celosos observantes de plan y de unidades, y de reglas que siguen rigorosos; sujetos siempre a tales mezquindades hacen versos a estilo de gaceta, que maldicen del Pindo las deidades.
El dios llegó en seguida al alto Olimpo, mansión de las
deidades; se sentó, con el corazón afligido, a la vera del Cronión Jove; mostró la sangre inmortal que manaba de la herida, y suspirando dijo estas aladas palabras: —¡Padre Zeus!
Homero
Entonces Zeus llamó a las deidades al estrellado cielo y, mostrándoles toda la batalla y los fuertes combatientes, que eran muchos y grandes y manejaban luengas picas —como si se pusiera en marcha un ejército de centauros o de gigantes— preguntó sonriente "¿Cuáles dioses auxiliarán a las ranas y cuáles a los ratones?" Y dijo a Atenea: —¡Hija!
Extendió entonces la cola sobre el agua, moviéndola como un remo, y, mientras pedía a las deidades que le dejaran arribar a tierra firme, iban bañándolo las purpúreas ondas.
Cuando en sus rayos ciego, querúbicas
deidades vio confuso sembrar por rubios granos esmeraldas, por espigas coger verdes guirnaldas.
Pedro Calderón de la Barca
Sentóse Zeus en el trono; y Hera, que, por haberlo visto no ignoraba que Tetis, la de argentados pies, hija del anciano del mar con él departiera, dirigió en seguida injuriosas palabras a Jove Cronión: —¿Cuál de las
deidades, oh doloso, ha conversado contigo?
Homero
Hefesto se puso a escanciar dulce néctar para las otras
deidades, sacándolo de la cratera; y una risa inextinguible se alzó entre los bienaventurados dioses al ver con qué afán les servía en el palacio.
Homero
No quieras igualarte a las
deidades, pues jamás fueron semejantes la raza de los inmortales dioses y la de los hombres que andan por la tierra.
Homero
Si con eternas plantas las fixas luces doras, ¡oh dueño de mi barca!, y en dulce paz reposas, merezca que le pidas al bien que eterno gozas que adonde estás me lleve, más pura y más hermosa. Mi honesto amor te obligue, que no es digna victoria para quejas humanas ser las
deidades sordas.
Félix Lope de Vega y Carpio
Pero Tetis, que seguía como cuando abrazó sus rodillas, le suplicó de nuevo: —Prométemelo claramente asintiendo, o niégamelo —pues en ti no cabe el temor— para que sepa cuán despreciada soy entre todas las
deidades.
Homero