Por eso tantos siglos, en profundo misterio, a aquéllas te ocultó tal vez, y hoy tú sola eres joven en el mundo, del decrépito mundo en la vejez.
Al extremo, al último extremo de la fila de barracas, como si, vergonzoso, se hubiera él mismo desterrado de todos aquellos esplendores, vi a un pobre saltimbanqui, encorvado, caduco, decrépito, a la ruina de un hombre, recostado en un poste de su choza; choza más miserable que la del salvaje embrutecido, harto bien iluminada todavía en su desolación por dos cabos de vela corridos y humeantes.
Entonces fue cuando Núñez dejó el oficio. El pobre, casi
decrépito, pudo al fin disponer libremente de su vida. No quería para nada tocar una lonja y evitaba las conversaciones sobre su oficio, hasta que, de pronto, pareció recaer en niñez.
Ricardo Güiraldes
Se arrodilla delante de aquel culo decrépito, lo besa amorosamente; se le lanzan algunos pedos en la nariz, se extasía, abre la boca, se le lanzan más pedos y su lengua va a buscar con entusiasmo el viento espeso que se le destina.
Empieza por Jano y va siguiendo la serie de los dioses hasta la muerte del hombre decrépito, y concluye con los dioses, que pertenecen al mismo hombre, hasta llegar a la diosa Nenia, que es la que se invoca en los entierros de los ancianos; después sigue declarando otros dioses, que pertenecen, no al mismo hombre, sino a las cosas que son propias del hombre, como es el sustento, el vestido y todo lo demás que es necesario para la vida, manifestando en todos estos ramos cuál es el oficio de cada uno, y por qué se debe acudir y suplicar a cada uno de ellos; pero con toda esta su exactitud y curiosidad, no se hallará que demostró o nombró un solo Dios a quien se daba pedir la vida eterna, y solamente por ella sola somos en realidad cristianos.
¿Para qué quiere ese viejo moribundo y
decrépito esa hija tan hermosa y tan joven, si no sabe guardarla de los codiciosos ojos de nuestros enemigos?...
Gustavo Adolfo Bécquer
Apenas se conocieron. El hijo era un anciano de cabeza gris; la madre un fantasma decrépito, una momia viva, muy pálida. El hijo se puso en pie con dificultad, encorvado; tendió la mano a la madre y la ayudó a levantarse con gran trabajo; la pobre octogenaria no podía andar sin el báculo de su hijo querido, viejo también, si no decrépito.
17 Por lo cual trajo contra ellos al rey de los Caldeos, que mató á cuchillo sus mancebos en la casa de su santuario, sin perdonar joven, ni doncella, ni viejo, ni decrépito; todos los entregó en sus manos.
¡Qué podía él, viejo
decrépito, arrojado de todas partes como fardo inútil, contra aquel fiero y formidable enemigo capaz de estrangularlo de una sola dentellada!
Baldomero Lillo
Entre nosotros: soy yo mismo quien los había plantado, soy yo mismo, quien por la primera vez hube contemplado su follaje. Me torné hacia el pórtico: "¿quién es ese decrépito..." - pregunté - "...con razón llevado a la entrada.
El cura decrépito que acababa de recibir en sus manos el cuerpo de Dios, y los humildes marineros formaban allí, en el atrio de Begoña, un conjunto de emocionante grandeza.
Su cabeza, aristocrática y hermosa, parecía pulimentada por el dolor, la reflexión y el estudio; érase una cabeza amarilla, medio calva y medio cana, surcada de arrugas y cruzada por hinchadas venas, prominentes, que indicaban fortaleza y resolución, viniendo a ser, para quien conociera la vida de aquel hombre, las tirantes bridas con que una voluntad de hierro tenía a raya sus pasiones. El seglar era, a los cincuenta y seis años de edad, un hombre
decrépito, pero no un anciano.
Pedro Antonio de Alarcón