-exclamó Margarita al sentir el frío cortante; pero el reno no se atrevió a detenerse y siguió corriendo hasta llegar al arbusto de las bayas rojas.
Lo afila todo como se ha afilado su rostro y su figura en estos últimos años. Es cortante. -¡Y qué cicatriz tan extraña tiene en los labios!
Es que en cada una de sus manos, cruzadas por detrás, tenía, bien agarrada, una cuchilla de veinte a veinte y cinco centímetros de largo, aguda y cortante.
Después, muy poco a poco, fue echándose a reír, pero con una risa cortante y señalando a Emily con el dedo, como a un objeto de vergüenza e ignominia para Dios y para los hombres.
Como tú, buque audaz, el alma mía bogó al nacer por mares de ventura; después la tempestad de las pasiones cambió su claro cielo en noche oscura, y airados aquilones la combatieron con su furia impía, hasta que al fin, del triste desengaño sobre la arena fría, náufraga mi esperanza se halla ahora, sombra no más de lo que fue algún día. ¡Nave infeliz, si tu cortante prora surcó la mar en busca de riquezas, que la paz y el comercio te brindaron, yo deploro tu fin!
Sucio y feo, helado y voraz, se habría dicho que nunca estaba harto; y, en efecto, así era. El año estaba ya muy avanzado, el tiempo era duro y tempestuoso, y el viento penetraba
cortante a través de las gruesas ropas.
Hans Christian Andersen
Las cortesías siguieron un par de minutos mientras el café se enfriaba, y el tiempo también y los dos muchachos agrandados se paraban y desenfierraban, y la voz cortante de Fernando dijo: -Mi General, usted viene con nosotros.
Peleaba éste con bríos y tal vez le ayudaba en sus quites la ceguedad de su contrario; sin embargo, había instantes en que necesitaba de toda su destreza para disputar la vida a aquel salvaje, que cual la cortante hoz, pugnaba por segarla en sus más floridos años.
El perro vagabundo, mientras tanto, fijose en un cortante que estaba distraído hablando con el dueño de la mesa vecina, y de un salto ¡zas!
Al salir, ya en el coche de nuevo, Oñate agregó otra pregunta: ¿Y los apoyos de los norteamericanos?" La respuesta fue cortante: "Eso, ni tratarlo".
Su mirada, más cortante que sus bisturíes, penetraba directamente en el alma y desarticulaba toda mentira a través de los alegatos y los pudores.
Y mientras la "deliciosa criatura" con la cabeza tiesa junto a mi hombro soñaba con un futuro sonrosado, yo, con los ojos perdidos en la triangular verdura de un ciprés cercano, pensaba con qué hoja
cortante desgarrar la tela de la red, cuyas células a medida que crecía se hacían más pequeñas y densas.
Roberto Arlt