Se le denomina “borde de ataque” ya que es la primera parte que toma contacto con la corriente de aire, provocando que esta se bifurque hacia el intradós y el extradós.
Al descomponerse esta fuerza sobre la dirección de vuelo, da la sustentación "L" (fuerza perpendicular a la corriente de aire libre) y la resistencia "D" (fuerza paralela a la corriente libre de aire).
La precipitación es intensa, como resultado de la convergencia de la corriente de aire prevalente que procede del mar Mediterráneo y la masa de aire convencional.
Sin embargo, no se desprenden y aún estando dentro del cumulonimbo, puede ser capturada nuevamente por otra corriente de aire ascendente y ser trasladada hacia las regiones altas de la nube.
Se desarrollaron chimeneas con conductos que hacían las veces de cebadores para la corriente de aire, como en La Mota, o se abrían huecos en la clave de las bóvedas esféricas para permitir la salida de humo.
«El pulmón y su función anatómica encuentra su símbolo en la estufa encendida y la
corriente de aire que en ella se establece; el corazón, en cajones o cestos vacíos, y la vejiga, en objetos redondos en forma de bolsa o sencillamente cóncavos.
Sigmund Freud
No podía darle una
corriente de aire, ni nadie se hubiera atrevido a dirigirle una palabra dura, pues hubiera podido afectarse, y eso tendría malas consecuencias.
Hans Christian Andersen
e pides que explique por qué siento miedo de la corriente de aire frío; por qué tiemblo más que otros cuando entro en un cuarto frío, y parezco asqueado y repelido cuando el escalofrío del atardecer avanza a través de un suave día otoñal.
Hacía buen tiempo; tenían calor; el sudor corría entre los rizos, todo el mundo sacaba los pañuelos para secarse las frentes enrojecidas; y a veces un viento tibio, que soplaba del río, agitaba suavemente los rebordes de los toldos de cutí(1) que colgaban a la puerta de los cafetines. Un poco más abajo, sin embargo, se notaba el frescor de una corriente de aire glacial que olía a sebo, a cuero y a aceite.
Hay cosas acerca de las cuáles es mejor no especular, y todo lo que puedo decir es que odio el olor del amoníaco, y que aumenta mi desfallecimiento frente a una extraordinaria corriente de aire frío.
Aquello era para hacerle perder la cabeza, según dijo después, y prefirió ir a sentarse solo en la oscuridad de la escalera y en una fuerte corriente de aire hasta que le llamasen de nuevo.
Yo, recordando mi física de bachillerato, repuse: —En cuanto lleguemos al centro del remolino, tropezaremos con una
corriente de aire vertical en dirección opuesta a la que sigamos, de manera que a causa de la atmósfera desalojada, es muy probable que lleguemos al fondo semiasfixiados.
Roberto Arlt