Vosotras las inspiradas por el ígneo espíritu de la sublime lucha; vosotras las fuertes, las justicieras, las hermanas del esclavo rebelde y no las siervas envilecidas de los señores feudales; vosotras que habéis hecho independiente vuestra conciencia cuando millares de hombres viven aún en la sombra medrosa del prejuicio, cuando todavía muchas nervudas manos permanecen enclavijadas en ademán de súplica ante el rebenque implacable y odioso de los amos; vosotras que levantáis los indignados brazos empuñando la rojiza tea, y que erguís las soñadoras frentes en épica actitud de desafío, sois las hermanas de Leona Vicario, de Manuela Medina y de la Corregidora...
Iba Preciosa confusa, que no sabía a qué efeto se habían hecho con ella aquellas diligencias; y más, viéndose llevar en brazos de la
corregidora, y que le daba de un beso hasta ciento.
Miguel de Cervantes
Pero la hermosura de Preciosa aquel día fue tanta, que ninguno la miraba que no la bendecía, y llegó la nueva de su belleza a los oídos de la señora
corregidora, que por curiosidad de verla hizo que el corregidor, su marido, mandase que aquella gitanica no entrase en la cárcel, y todos los demás sí.
Miguel de Cervantes
Y a Andrés le pusieron en un estrecho calabozo, cuya escuridad, y la falta de la luz de Preciosa, le trataron de manera que bien pensó no salir de allí sino para la sepultura. Llevaron a Preciosa con su abuela a que la
corregidora la viese, y, así como la vio, dijo: -Con razón la alaban de hermosa.
Miguel de Cervantes
¡Ay, amigas, que esta niña me ha renovado mi desventura! -dijo la
corregidora. Tomó en esto Preciosa las manos de la
corregidora, y, besándoselas muchas veces, se las bañaba con lágrimas y le decía: -Señora mía, el gitano que está preso no tiene culpa, porque fue provocado: llamáronle ladrón, y no lo es; diéronle un bofetón en su rostro, que es tal que en él se descubre la bondad de su ánimo.
Miguel de Cervantes
Asimismo, la
corregidora la tenía a ella asida de las suyas, mirándola ni más ni menos, con no menor ahínco y con no más pocas lágrimas.
Miguel de Cervantes
Preguntó la causa de aquel sentimiento, y la respuesta que dio Preciosa fue soltar las manos de la
corregidora y asirse de los pies del corregidor, diciéndole: -¡Señor, misericordia, misericordia!
Miguel de Cervantes
Y, descubriendo un cofrecico donde venían las de Preciosa, se le puso en las manos al corregidor, y, en abriéndole, vio aquellos dijes pueriles; pero no cayó en lo que podían significar. Mirólos también la
corregidora, pero tampoco dio en la cuenta; sólo dijo: -Estos son adornos de alguna pequeña criatura.
Miguel de Cervantes
Apenas hubo oído la
corregidora las razones del papel, cuando reconoció los brincos, se los puso a la boca, y, dándoles infinitos besos, se cayó desmayada.
Miguel de Cervantes
El pecho, los dedos, los brincos, el día señalado del hurto, la confesión de la gitana y el sobresalto y alegría que habían recebido sus padres cuando la vieron, con toda verdad confirmaron en el alma de la
corregidora ser Preciosa su hija.
Miguel de Cervantes
Poniente: Plaza de la Constitución Colonia Centro. Suroriente: Avenida Pino Suárez esquina Corregidora (junto a la Suprema Corte de Justicia) Colonia Centro.
En ocasiones jugado en rondas finales en Estados Unidos o Centroamérica, o incluso en partido único en sedes rivales; además del uso de sedes alternas por alguno de los clubes, como ocurrió en múltiples ocasiones con Cruz Azul (usando el 10 de diciembre) o con América (usando el Corregidora).