Yo no he de ser como el cura de Trebujena, a quien mataron penas, no propias, sino ajenas. Lo dicho: don Dionisio fue el mismo Satanás con garras, rabo y
cornamenta.
Ricardo Palma
El sol poniente dejaba un reflejo dorado sobre los cristales de una torre que aparecía cubierta de negros vencejos y en el silencio de la tarde se oía el murmullo de las fuentes y las voces de las cinco hermanas. Flanqueada la muralla del jardín, llegué a la casuca terreña que tenía la cornamenta de un buey en el tejado.
Amorcillos con guirnaldas, ninfas vestidas de encajes, galantes cazadores y venados de enramada
cornamenta poblaban la tapicería del muro, y sobre las consolas, en graciosos grupos de porcelana, duques pastores ceñían el florido talle de marquesas aldeanas.
Ramón María del Valle-Inclán
Ligera diste voladora planta y de ramosa cornamenta el alto adorno al vividor medroso ciervo, que de su propia sombra huye y se espanta; paciencia de que nunca se vio falto en su eterna tarea, al torpe asno, del hombre humilde siervo, y valor al caballo y hermosura, en cuya espalda aquél viaja y pasea, y le acompaña en la marcial pelea, al freno dócil y a la espuela dura.
Y aunque mal me quieren mis comadres porque digo las verdades, ponte erguido como gallo en cortijo, y no te des a pena ni a murria, que eso sería tras de
cornamenta palos, y motivo para que hampones y truchimanes te repitan: «modorro, ya entraste en el corro».
Ricardo Palma
CORIDÓN Virgen de Delos, el humilde Micón te ofrece esta cabeza de un cerdoso jabalí y esta enramada cornamenta de un vigoroso ciervo.
¿Qué es de la jactancia con que nos gloriábamos de ser valentísimos, y con que decíais presuntuosamente en Lemnos, comiendo abundante carne de bueyes de erguida
cornamenta y bebiendo crateras de vino, que cada uno haría frente en la batalla a ciento y a doscientos troyanos?
Homero
Representó luego un rebaño de vacas de erguida
cornamenta: los animales eran de oro y estaño y salían del establo mugiendo, para pastar a orillas de un sonoro río junto a un flexible cañaveral.
Homero
¿Acabóse en mí el cuerno? ¿Levantéme yo a mayores con la
cornamenta? ¿Encareciéronse por mi muerte los cabos de cuchillos y los tinteros?
Francisco de Quevedo
Mi padre, en otro tiempo, como he sabido, habiéndose complacido en perseguir, en un bosque sagrado de la Diosa, un hermoso ciervo manchado y de alta cornamenta, dejó escapar, después de haberlo muerto, no sé qué palabra orgullosa.
Y un borrego con gran
cornamenta y pardos mechones de lana mugrienta, y una oveja con bucles de armiño-, la mejor en figura y aliño-, se copulan con ansia que tienta.
Salvador Díaz Mirón
Había un hermosísimo ciervo de gran cornamenta, al cual desde que aún mamaba arrebataron a su madre y criaban los hijos de Tirreo, y este también, que era el mayoral de los ganados del Rey y el guarda de sus dilatados campos.