Voy a intentar de la manera que pueda ser tu consolador, no porque confíe en mi ingenio, sino porque puedo ser para ti la consolación más eficaz.
Este día tembló la tierra muy recio, y la ciudad vino al convento de Nuestra Señora de las Mercedes a pedir la imagen de Nuestra Señora de Consolación.
Porque no le guardó quien no le dio muerte: no le dio beneficio, sino licencia. Séneca, en el libro de la Consolación a Helvila, cap.
Sacaron en brazos a la paralítica sor
Consolación, y en medio del terror y de los angustiosos chillidos, sor Rosa, sintiendo acaso un misterioso e indefinible remordimiento, pensó en sor Cruz.
Emilia Pardo Bazán
El Espíritu Consolador, habiendo enriquecido al género humano en las Sagradas Letras para instruirlo en los secretos de la divinidad, suscitó en el transcurso de los siglos numerosos expositores santísimos y doctísimos, los cuales no sólo no dejarían infecundo este celestial tesoro(1), sino que habían de procurar a los fieles cristianos, con sus estudios y sus trabajos, la abundantísima consolación de las Escrituras.
7ª La séptima: el que da los exercicios, si vee al que los rescibe, que está desolado y tentado, no se haya con él duro ni desabrido, mas blando y suave, dándole ánimo y fuerzas para adelante, y descubriéndole las astucias del enemigo de natura humana, y haciéndole preparar y disponer para la consolación ventura.
En este convento está colocada sobre el sagrario con grande veneración y por reliquia inestimable, una imagen de bulto de la Madre de Dios de la Consolación.
No hablemos de los días de labor, porque en éstos se daba por muy contento el que de nosotros sacaba permiso para ayudar una misa en Consolación o para cantar un responso con los Padres de San Francisco; pero llegaba el domingo ¡válgame Dios!
Me acuerdo de una tarde En que, cómo una reina Que acaba de abdicar, Salía por el atrio de naranjos Y llevaba en la frente El lucero novísimo De tu
consolación.
Ramón López Velarde
Y el loco retintín de los panderos, el sonoro tableteo de las castañuelas, los desahogos de entusiasmo arreciaban, ensordecedores, mientras la casi paralítica sor
Consolación, con su voz cascada y feble, no podía hacerse oír, al reprender: -No sean escandalosas...
Emilia Pardo Bazán
Y he aquí, había un hombre en Jerusalem, llamado Simeón, y este hombre, justo y pío, esperaba la
consolación de Israel: y el Espíritu Santo era sobre Él.
La Biblia (Nuevo Testamento)
Arrepentíos, pues, y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados, 20. a fin de que del Señor venga el tiempo de la
consolación y envíe al Cristo que os había sido destinado, a Jesús, 21.
La Biblia (Nuevo Testamento)