Pedro el Grande, con la inmediata tumba de Roger de Lauria, que á sus piés quiso enterrarse, de las lindísimas ventanas góticas del claustro llamado nuevo y otra con sus severas arcadas que el autor llama arcuaciones, y la portada de la sala capitular, de estilo románico, y que recuerda las de otros monasterios
cistercienses coetáneos, como los de Rueda y Veruela, la subida á las reales viviendas donde á veces se hospedaron los Reyes de Aragón, y finalmente un gran plano del conjunto del monasterio y edificios adyacentes.
Vicente de la Fuente
En cuanto á la desnudez de las primitivas iglesias
cistercienses, debe tenerse en cuenta que San Roberto y sus discípulos y San Bernardo, se separan de los cluniacenses, huyendo de sus privilegios, exenciones, lujo y riquezas.
Vicente de la Fuente
Lo mismo sucede con las de Santas Creus y Poblet, y aún más con otras célebres
cistercienses desfiguradas en los siglos XVII, y aun en el pasado.
Vicente de la Fuente
Añade un códice de Fitero, que existe en nuestra Biblioteca, que le tenían dispuesto sepulcro de piedra en la iglesia de éste, que era un arca de piedra sostenida por seis leones de lo mismo, y cuando se les argüía con el testamento, que sobre su pecho tiene el cadáver en un pergamino, lo redarguían de falsedad, añadiendo que lo habían fingido sus criados, partidarios de los
cistercienses de Santa María de Huerta.
Vicente de la Fuente
En virtud de este nombramiento debían ir siempre con el Rey dos presbíteros
cistercienses para su dirección espiritual y culto de su capilla; lo cual se observó hasta la muerte de D.
Vicente de la Fuente
Por eso los primitivos
cistercienses no querían iglesias grandiosas, ni adornos en ellas, ni esbeltos arcos ni agimeces, ni grandes ventanas caladas, sino que todo lo construían sólido pero sin ornato, ni menos con lujo arquitectónico, siendo modelo todavía de este género la iglesia de Fitero, aunque ya ha perdido en gran parte su carácter primitivo.
Vicente de la Fuente
Años después de la muerte de Bernardo, en 1209, los cátaros fueron declarados herejes, y varios cistercienses se pusieron al frente de la cruzada que reprimió este movimiento.
Dos años después, Esteban Harding, el abad de Císter, le envió a fundar una de las primeras fundaciones cistercienses, el monasterio de Claraval, del que fue designado abad, puesto que ocupó hasta el final de su vida.
Bernardo participó personalmente en la formación del espíritu cisterciense y fue el artífice de la gran difusión de la orden cisterciense, pasando del único monasterio cuando ingresó a 343 cuando murió, de los que 168 pertenecían a la filiación de Claraval y 68 fueron fundados por él mismo. La enorme influencia que alcanzaron los cistercienses se debió a Bernardo que trascendió ampliamente a la orden.
El monasterio se halla en un lugar apartado de los núcleos de población, junto a la denominada Vía de la Plata. Se considera uno de los primeros monasterios cistercienses edificados en la península ibérica.
Durante la Guerra Civil Española, el día 2 de diciembre de 1937 se celebra en este monasterio el I Consejo Nacional del Movimiento. En la actualidad este monasterio está gobernado por monjas cistercienses.
Esta regla, modelada sobre las costumbres cistercienses para hermanos laicos, impuso a los caballeros, además de las obligaciones de los tres votos religiosos (obediencia, castidad y pobreza), las de guardar silencio en el dormitorio, refectorio (comedor) y oratorio; ayunar cuatro días a la semana, dormir con su armadura, y llevar, como única vestimenta, el hábito blanco cisterciense con una sencilla cruz negra (luego roja, a partir del siglo XIV) «flordelisada»: una cruz griega con flores de lis en las puntas, que en el siglo XVI se configuró definitivamente como hoy se conoce.