Y luego: «¡Queda Azcárate!» Enjuto, de aventajada estatura, barba de plata y rostro cetrino, le veíamos pasar, emocionados, como a un Don Quijote vuelto a la cordura.
El marido era bizco, de escasa talla, cetrino, de ruda y alborotada cabellera; gastaba ordinariamente una elástica verde remendada y unos pantalones pardos, rígidos, indomables ya por los remiendos y la mugre.
Entré con sombría resolución, sin pronunciar palabra, y el fraile me siguió alzando la luz para esclarecer el corredor: Allá dentro sentíanse apagados runrunes de voces y dineros: Reunidos en la sala jugaban algunos hombres, con los sombreros puestos y las capas terciadas desprendiéndose de los hombros: Por sus barbas rasuradas mostraban bien claramente pertenecer a la clerecía: La baraja teníala un mozo aguileño y cetrino, que cabalmente a tiempo de entrar yo, echaba sobre la mesa los naipes para un albur: —Hagan juego.
Apoyado en una de las mesas colaterales, solo, y puesta la mano sobre un cubilete de dados, vestido negro, alta gorguera, y espadín al cinto, hallábase un hombre de edad indefinible, color cetrino, rizada cabellera y barba punteaguda, cuyo bigote se retorcía sombreando una boca de labios delgados y sarcásticos.
Esperaba en guardia, encendido y jadeante. Más bien escueto y cetrino y de sabroso genio pendenciero. Sus pies desnudos mostraban los talones rajados.
A la inofensiva mazamorra la tenemos relegada al olvido, y como dijo mi inolvidable amigo el festivo y popular poeta Manuel Segura: «Yo conozco cierta dama que con este siglo irá, que dice que a su mamá no la llamó nunca mama, y otra de aspecto
cetrino que, por mostrar gusto inglés, dice: yo no sé lo que es mazamorra de cochino».
Ricardo Palma
El hombre es velloso, grosero,
cetrino; la madre es hombruna de ceños sombríos; la débil niñita ¿por qué habrá nacido blanca como el mármol, tierna como el lirio?
José María Gabriel y Galán
Una obesa mujer de treinta años, lívido el rostro hermoso y cetrino, se subía las mangas hasta el biceps, no sin grandes dolores, y aparecía el antebrazo sangrando horriblemente.
Estatura, unos cinco pies y siete pulgadas; de fuerte conformación, cutis
cetrino, pelo negro, una pequeña calva en el centro, hirsuto, con largas patillas y bigote; usa gafas con cristales de color y habla con alguna dificultad.
Arthur Conan Doyle
El hombre que entró era corpulento y de estatura mediana, de unos treinta años de edad, completamente rasurado, de cutis
cetrino, de maneras melosas e insinuantes y con un par de ojos asombrosamente agudos y penetrantes.
Arthur Conan Doyle
En la casa vivían un matrimonio y un niño de seis años. El marido, alto, cetrino, enjuto, de negros y celadores ojos, contaría veinticinco años; veinte la mujer.
Hice mi composición de lugar, resolviendo que por las tardes le confiaría sólo documentos de menor importancia. Nippers, el segundo de mi lista, era un muchacho de unos veinticinco años, cetrino, melenudo, algo pirático.