Ya no hay majos, que todos son elegantes; ya no hay tapadas, porque ahora se juega a cara descubierta; ya no hay jinetes, porque hay requisición; ya nadie habla de toros, porque se habla de las Cortes; ya no hay asistente, sino jefe político; frailes, volavérunt;
canónigos, ¡están muy apura dos!; guarnición, Dios la dé; birlochos, por ahí andan a sombra de tejado en las cocheras de Pineda, sin osar hombrearse con los charabanes, stanops y tílburis...
Ángel de Saavedra
Los canónigos alaban a Dios sin acordarse de la recíproca; no esperan, por lo regular, ninguna recompensa sobrenatural por la justa corte que hacen al Señor.
Por último, se recomienda a los maestros de capilla, cantores, eclesiásticos, superiores de seminarios, de institutos eclesiásticos y de comunidades religiosas, a los párrocos y rectores de iglesias, a los canónigos de colegiatas y catedrales, y sobre todo a los Ordinarios diocesanos, que favorezcan con todo celo estas prudentes reformas, desde hace mucho deseadas y por todos unánimemente pedidas, para que no caiga en desprecio la misma autoridad de la Iglesia, que repetidamente las ha propuesto y ahora de nuevo las inculca.
Tres o cuatro ancianos pertenecientes a la más empinada nobleza colonial, un inquisidor, dos
canónigos, el superior de los paulinos, el comendador de la Merced y otros frailes de campanillas eran los obligados concurrentes a la tertulia nocturna del marqués.
Ricardo Palma
De tierna edad entró en la carrera eclesiástica abrazando el instituto de los Canónigos Reculares en el Monasterio de Roncesvalles.
Y firmaba el Provisor Pérez Oblitas. Motivo de grave excitación i ara los
canónigos del Cabildo eclesiástico había sido el suceso de la misa dominical.
Ricardo Palma
decía el arzobispo. -¡Qué caso tan lastimoso! -exclamaban en coro los
canónigos y los beneficiados. -¡Horror, horror, horror! -decían por último los inquisidores, suspirando los unos, y gimiendo los otros.
Juan Valera
Antes de que él llegase a la ciudad de los incas, la fama se había encargado de contar maravillas acerca de las virtudes e ilustración del viajero prelado, quien por su parte no descuidó ayudar la vocinglería de aquélla, escribiendo cartas a los provinciales de los conventos del Cuzco,
canónigos y vecinos notables.
Ricardo Palma
Casi vecina a ésta se halla la quinta conocida por el Pacayar de Larrión, cuyo primer dueño y fundador fue el deán de esta iglesia catedral don Domingo Antonio de Larrión, que gustaba de pasar allí semanas de solaz en unión de sus amigos del coro de
canónigos.
Ricardo Palma
Y concurrían frailes (etiam periere ruinae) y señores
canónigos, que aún los había de veras, y el señor asistente, acompañado de algunos machuchos personajes, y varios oficiales de la guarnición, porque entonces no se conocía la milicia nacional; estudiantes con sus hopalandas, por supuesto, y mozalbetes vivarachos, que sacaban raja de visitar y obsequiar a la vieja, pues, como se dice vulgarmente, «por la peana se besa el santo»; y gallardas muchachas que, aunque rodeadas de sus respetables y vigilantes familias, llevaban los ojos, algunos harto hermosos y expresivos, para hacer de ellos el uso más conveniente.
Ángel de Saavedra
Sin saber por qué a punto fijo, Servando comprendía el amor del oso provinciano, sin mañana, porque mañana es como hoy, sin finalidad, como el arte, según Kant, el fin sin fin, le comparaba a los cánticos del coro de los canónigos en la catedral.
Y para colmo de desprestigio, el provisor y
canónigos del Cuzco lo habían excomulgado solemnemente por ciertos avances contra la autoridad eclesiástica.
Ricardo Palma