Las noches claras son más alegres que los días de sol espléndido. En el bulevar resplandecían los cafés; la gente reía, pasaba, o bebía.
Insultos de unos periodistas a otros periodistas en las columnas impresas, de unos ciudadanos a otros ciudadanos en torno a las mesas de los cafés, soberbias y estulticias oratorias, ausencia de lealtad y cordialidad nacional, palabras...
Si se habla de
cafés, no hay uno bueno: habitaciones que se hicieron para todo menos para café, ahogadas y mezquinas, frías como neveras en el invierno, pudiendo tener a poca costa una estufa siquiera.
Mariano José de Larra
¡Bástele a usted saber que las gentes disipadas y poco asustadizas con quienes se reúne en el Casino y en los
cafés, le han puesto por mote el Capitán Veneno, al ver que siempre está hecho un basilisco y dispuesto a romperse la crisma con todo bicho viviente por un quítame allá esas pajas!, Urgeme, sin embargo, advertir a usted, para su tranquilidad personal y la de su familia, que es casto y hombre de honor y vergenza, no sólo incapaz de ofender el pudor de ninguna señora, sino excesivamente huraño y esquivo con el bello sexo.
Pedro Antonio de Alarcón
Pero ya bajan las sombras de los altos montes, y precipitándose sobre estos paseos heterogéneos arrojan de ellos a la gente; yo me retiro el primero, huyendo del público que va en coche o a caballo, que es el más peligroso de todos los públicos; y como mi observación hace falta en otra parte, me apresuro a examinar el gusto del público en materia de
cafés.
Mariano José de Larra
Hablad un poco de las novedades que se notan en los
cafés cuando se entra en ellos (como en el de Venecia) y se ven las mesas cubiertas de palurdos, que también toman su café como unas personas.
Mariano José de Larra
En los cafés jugaba al billar o al dominó, aunque prefería el papel de espectador, con el santo fin de divertirse a costa de algún jugador distraído o atrabiliario.
No era que gastase más en hacerla, sino que la cuidaba y la elevaba a lo sublime. Cargado, perfumado, sin posos, aquel café me había alejado de los
cafés, creía yo, para siempre...
Emilia Pardo Bazán
Ni frecuentaba
cafés ni sitios públicos, y se le olvidaba sin sentir, entre la penumbra telarañosa que envuelve a las seminotoriedades, de las cuales nadie se acuerda, como no sea para exclamar enfática y distraídamente: «¡Ah!
Emilia Pardo Bazán
CAPITULO XIV Trabajo en hoteles, restaurantes, bares y otros establecimientos análogos Artículo 344.- Las disposiciones de este capítulo se aplican a los trabajadores en hoteles, casas de asistencia, restaurantes, fondas, cafés, bares y otros establecimientos análogos.
Sacudían alfombras por los balcones las criadas madrugueras. Los
cafés se abrían. Elvira apretó el paso sin saber lo que la apremiaba.
Emilia Pardo Bazán
Durante un año, y siendo ya mocitos, nos hemos escapado casi todas las noches para hacer una vida de vagabundos por la ciudad, en los
cafés, en aquellos puntos donde Shakespeare pone la acción de su Pericles; y, sobre todo en los bailes de los suburbios, de los que algunos condiscípulos, ignoro por arte de quién, tenían siempre conocimiento.
Miguel Cané