Fácilmente se comprende que prolijidad exige la fabricación de estas sogas, de cuya solidez pueden depender, a menudo, el éxito de un trabajo, la seguridad de un animal, y hasta la vida, de un hombre; y por esto, se volvió extrañeza, y casi desprecio, el interés con que el gaucho viejo miraba al carrerito, al ver que compraba cabestros cortos y delgados, hechos, quién sabe por quién, y con qué cuero.
«No hay hombre de este pueblo a quien no le haya faltado su mujer una vez por lo menos...». Y se reían los grandísimos
cabestros, se reían.
Emilia Pardo Bazán
Y encendiendo un mazo de cohetes de la India, lo tiró sin dar tiempo para nada, en medio de la docena de caballos atados en el palenque, lo que produjo un desbande general, con cortaduras de cabestros y disparadas de ensillados; provocando protestas enérgicas, contra «los borrachos que no se podían divertir sin hacer daño».
No; apenas han dado las diez, el sábado, por la mañana, empiezan a chisporrotear las gruesas de cohetes de la India, llenando el aire de ruido alegre, de humo y de olor a pólvora, espantando los caballos atados en el palenque, haciéndolos patalear y tirar de los cabestros.
Pero, como el rico siempre es algo mezquino, porque sabe que es el mejor medio de conservarse rico, mientras que para el pobre, todo animal es ajeno, tenía cualquier gaucho, en algún rincón del rancho, a más del apero corriente, un surtido completo de maneas y cabestros, lazos y boleadoras, cinchones y bozales, maneadores y cinchas, riendas y rebenques, y de todo.
Sus hombres, sin largar los
cabestros y sufriendo los arranques y sacudidas de los reyunos alborotados, redoblaban el esfuerzo, unos rodilla en tierra, otros escudándose en las cabalgaduras.
Eduardo Acevedo Díaz
A la tarde, hizo juntar el mayordomo las dos manadas de caballos y encerrarlas en el corral; y seguido del capataz y de dos peones, armados de bozales y de cabestros, penetró, caviloso, abrumado, al parecer, por el peso de sus meditaciones, en el entrevero inquieto de las grupas en movimiento, que se encogen, o disparan, o reculan, ondeando sobre la estacada movediza de la patas nerviosas, que pisotean el suelo con estrépito, y patalean, en perpetuo susto.
Por tal que la policía hiciera la vista gorda, no había peligro que se importasen huascas trabajadas en Europa; sobraban las de acá; y como los milicos también necesitaban riendas, cabestros y cinchas, se surtían en cualquier parte.
Sin embargo, para que fuese menos pesada y de más fácil conducción, la madera era primero cortada y labrada en los montes. Luego era traída no en los hombros, sino tirándola con cabestros (guascas).
Así, que descargáronnos ante la puerta, y ellos cargados de lo que nosotros traíamos lanzáronse en la cueva, y a nosotros atáronnos con los cabestros, bien recios, a la puerta; luego comenzaron a reñir con una vejezuela corcova de vieja, la cual sólo tenía cargo de la guarda y salud de tantos mancebos, y dícenle: -¡Oh sepulcro de la muerte, deshonra de la vida, enojo del infierno!
Pues, limpiadas las mesas al son de la zanfoña, tres blancos cerdos al triclinio conducidos fueron, con cabestros y campanillas adornados, de los cuales uno de dos años el presentador decía que era, otro de tres años, pero el tercero ya de seis.
La manada está compuesta por seis toros y ocho cabestros, seguidos de unos mozos que hacen de pastores en caso de que los toros o los cabestros se queden rezagados.