- Diputados por el Edo. de Veracruz: Saúl Rodiles, Enrique Meza, Benito Ramírez G., Eliseo L. Céspedes, Adolfo G. García, Josafat F.
¿ No recuerdo yo aquellas noches de la calle del Prado, cuando el colegio que llamó San Pablo él porque la Luz había llamado al suyo el Salvador ?: José de Armas y Céspedes...
De los siguientes hidalgos hay una sola casa: Belmonte, Pedro Sánchez de; & Martín (1582). Carrillo, Diego (1582). Cepeda, Capitán Francisco Vélez de. ARMAS. Céspedes, Diego de. Cisneros, Diego de. Fúnes, Diego de.
Sólo queman con los muertos sus armas: y con algunos, sus caballos. Hacen los sepulcros de céspedes, y menosprecian los monumentos grandes y de mucha obra como enfadosos y pesados a los difuntos.
Engrosadas van ahora con las nieves que derrite en las crestas de las sierras con que Castilla se ciñe; y entrambas riberas bordan con duros hielos, que oprimen los restos que dejó Mayo de sus céspedes sutiles.
¡Cuánto de amor lloré! Acá la calle solitaria; en ella de mi paso en los
céspedes la huella el tiempo ya borró. allá la casa donde entrar solía de mi padre en la dulce compañía.
José Rosas Moreno
Una triste florecilla Que en los céspedes vegeta, A la luz pura del alba Ricos matices ostenta, Y aroma grato despide, Y jugo abundante deja, Y el cáliz dó el semen guarda Menudas hojas conservan.
Aquella discreta viuda que en Madrid acostumbraba referirnos cada jueves una historia me ofreció hospitalidad veraniega en la bonita quinta que poseía a pocos kilómetros de M, y como todas las tardes saliésemos de paseo por las inmediaciones, sucedió que un día nos detuvimos ante la verja de cierta posesión magnífica, cuyo tupido arbolado rebasaba de las tapias y cuyas canastillas de céspedes y flores se extendían, salpicadas y refrescadas por lo hilillos claros y retozones de innumerables surtidores y fuentes que manaban ocultas y se desparramaban en fino rocío, resplandeciendo a los postreros rayos del sol.
Tupidos ya los céspedes y tréboles del prado, ya todo está alfombrado de vegetal tapiz; ya están en flor los árboles; ya el nido la oropéndola colgó, y mecerse viéndola dormita la perdiz.
Declaramos que todo los servicios prestados a la patria serán debidamente remunerados; que en los negocios, en general, se observe la legislación vigente, interpretada en sentido liberal, hasta que otra cosa se determine, y por último, que todas las disposiciones adoptadas sean puramente transitorias, mientras que la nación ya libre de sus enemigos y más ampliamente representada, se constituya en el modo y forma que juzgue más acertado. ---- Manzanillo, 10 de octubre de 1868. El general en jefe, Carlos Manuel de Céspedes.
Patria y Libertad. Bayamo, diciembre 27 de 1868, Carlos Manuel de Céspedes. Decreto de 27 de diciembre de 1868 sobre la esclavitud Carlos Manuel de Céspedes, capitán general del Ejército Libertador de Cuba y encargado de su gobierno provisional La revolución de Cuba, al proclamar la independencia de la patria, ha proclamado con ella todas las libertades, y mal podría aceptar la grande inconsecuencia de limitar aquéllas a una sola parte de la población del país.
(Aplausos.) Y otro hombre nuestro, dirigente revolucionario en esa época, Guillermo Matta, le decía al país: «¿Por qué el Gobierno de Chile no diría que Céspedes y los revolucionarios de Cuba están haciendo lo que nuestros padres hicieron, y por cuyas acciones les decretamos f la inmortalidad y el bronce de nuestras estatuas?».