y nadie se atrevía a pedirle el pasaporte. Al cabo, la delación de un pinche de billar hizo luz en el horrible caos, y el misterio se aclaró.
Mi primer impulso fue el de partirle la cabeza con un taco de billar; pero el segundo fue el de abstenerme de tal designio, ya que el hombre se encontraba entre la taquera y yo.
Dormía su buena siesta, iba un rato a la pulpería a chambonear al billar o a lucir astucias al truco, daba un repunte a la majada, desensillaba, y después de comer iba a dormir, con la satisfacción íntima de no haber perdido el día.
Creo que se hará muy fácilmente y a poco costo. Tiene la casita un soberbio billar de caoba, grande y con todo su aparato de arañas, guarda-tacos, reglas del juego, etc., etc.
Una docena de marinos que salían de un café muy popular en Santander, por lo antiguo y por lo especial de su parroquia (el cual café no nombro porque aún se conserva tan boyante como entonces, aunque más tabernizado); una docena de marinos agrupados de cierta manera y tapados hasta la rodilla con el paño de cubrir la mesa de billar del susodicho café.
Enfrente subía una escalera recta, y a la izquierda una galería que daba al jardín conducía a la sala de billar, desde cuya puerta se oía el ruido de las bolas de marfil al chocar en carambola.
-Pero los tiée siempre más reblancos que el armiño. -Sí, eso sí, blancos los tiée, ¡pero de cá uno saldría una bola de billar! ¡Pos si ella misma se ríe chufleándose de sus dientes!
onocíamos también en el Colegio la existencia de un café clandestino, donde se reunían a jugar al
billar Pellegrini, Juan Carlos Lagos, Lastra, Quirno y Terry, a quien Pellegrini corría todas las noches hasta su casa, sin faltar una sola a esta higiénica costumbre.
Miguel Cané
En otra gran fuente ovalada campean seis conejos descuartizados prolijamente; allá perfuman el ambiente con su vaho veinticuatro chorizos fritos; acullá exhalan el aroma del clavo y de la canela ochenta albondiguillas como bolas de
billar.
Ángel de Saavedra
Su huesosa diestra oprime un grueso bastón en que apoya su cuerpo anguloso, descarnado, de cuyos hombros estrechos arranca el largo cuello que se dobla fláccidamente bajo la pesadumbre de la cabeza redonda y pelada como una bola de
billar.
Baldomero Lillo
Antes dictaba sus leyes misteriosas desde el Corazón de una Montaña, o a través de los labios de púrpura de una virgen armónica en Delfos, o desde el sitial terciopelesco de los Sumos Pontífices, pero ahora se manifestaba, para decidir la suerte de los mortales, sentado en una silla de esterilla, en unos altos viejos de la calle de Plumereros, ante un tapete verde billar, por la boca desdentada y los labios anémicos de un chino flaco, entre tres y media y un cuarto de la mañana.
El rey, en su
billar de la Casa del Labrador, recordaba de tarde en tarde, con el taco en la mano, los lejanos dominios, al enterarse de un nuevo envío de perfumado rapé, de rico chocolate o de conchas y metales preciosos, regalo de los buenos súbditos.
Vicente Blasco Ibáñez