Reinaba en la ciudad un silencio profundo, interrumpido a intervalos, ya por las lejanas voces de los guardias nocturnos que en aquella época velaban en derredor del Alcázar, ya por los gemidos del viento, que hacía girar las veletas de las torres o zumbaba entre las torcidas revueltas de las calles, cuando el dueño de un barquichuelo que se mecía amarrado a un poste cerca de los molinos, que parecen como incrustados al pie de las rocas que baña el Tajo, y sobre las que se asienta la ciudad, vio
aproximarse a la orilla, bajando trabajosamente por uno de los estrechos senderos que desde lo alto de los muros conducen al río, a una persona a quien, al parecer, aguardaba con impaciencia.
Gustavo Adolfo Bécquer
La enfermedad apenas había conseguido amortiguar los encantos de la moza, que era alta sin exageración, de talle esbelto, de seno algo tímido que hundíase como para dejar aproximarse sus hombros; sus ojos eran negros, dulces, melancólicos, ojos de oriental abolengo, adoselados por cejas que parecían trazadas con antimonio, de encorvadas y larguísimas pestañas de azabache, que acentuaban con su sombra sus ojeras, que morían en los algo descarnados pómulos coloreados por el mortal padecimiento y cuyos tonos contrastaban rudamente con el intenso y casi fantástico blancor de su tez empalidecida.
Con motivo precisamente de aproximarse a Salta esta expedición “auxiliadora” de Ortiz Ocampo, el Patricio Garruchaga exhorta desde aquella ciudad a sus conterráneos a recibir como libertadores a los porteños que avanzan y les dice: “ No, amados compatriotas, no, mis hermanos, no os dexeis alucinar de hombres tan sanguinarios ” (refiere a Liniers y demás reaccionarios que también procuraban influir sobre los salteños).
El monstruo, deslumbrado por este aparato extraordinario, les dejaba
aproximarse; pero pasada la primera impresión, movió sus cortas patas, abrió la boca como bostezando, y esto bastó para que todos retrocediesen con tanta prudencia como prisa, precaución feliz a la que debieron los valencianos que la fiera no se almorzara medio cabildo.
Vicente Blasco Ibáñez
El primero – expresa el acta – en esta fecha “dos del presente” oficiaba “comunicando en respuesta que las atenciones de la guerra no le han permitido aproximarse a la H.
Todo es cuestión de que algunos de los muy buenos etnógrafos y filólogos especializados quieran aproximarse al tema, estudiando la paridad de nomenclaturas geográficas de cepa indígena, los vocabularios, las costumbres y sobre todo, las marchas de las tribus lejanas, acaso empujadas por el imperialismo incaico, por el norte y centro de la Argentina.
Vieron todos cómo al
aproximarse el vagabundo asomaba por el embudo de barro el picudo morro de la fiera y sus rugosas patas delanteras.
Vicente Blasco Ibáñez
Oyeron, de atrás,
aproximarse un galope; alguien los alcanzaba, y los caballos tranquearon, como obedeciendo a una voluntad superior y desconocida.
Ricardo Güiraldes
Saboreándole como un niño un caramelo, con temor de que se acabase, consumía cada baile de los cuatro o cinco que se le daban en todo el verano; de modo que era una pena que desgarraba el alma ver en tales ocasiones aproximarse la noche.
Pero al aproximarse, al abarcar con una ojeada aquel suntuoso conjunto, detalles de un primor exquisito revelan el nombre de ese inmenso hacinamiento de riquezas artísticas: Es el Cementerio.
Sin rumor y de puntillas, como fantasma o espectro, en el corredor entrose la parte oscura siguiendo, un hombre embozado: llega por detrás en gran silencio a la reina, que, de espaldas estando, no pudo verlo, y le tapa el noble rostro con dos manos como hielo; pero delicadas manos que agita un temblor ligero. ¿Quién pudiera
aproximarse a dama de tal respeto, sino el amante dichoso con tal inocente juego?
Ángel de Saavedra
Tres bultos mira en la calle que a él dirigen su camino, a dos quedarse ve luego en no muy distante sitio, y al tercero
aproximarse a paso largo y altivo, resplandeciendo la luna en su pomposo atavío.
Ángel de Saavedra