Fraccionóse, pues, el círculo en secciones; y en una se contaba el cuento de Juan del Oso, en la otra se criticaba, en ésta se cantaba y en aquella se hablaba de la cosecha, sin que faltasen manotazos o coscorrones por aquí y por allá, pues aquellos mozos también eran de carne y hueso, y no siempre, buscando una panoja oculta entre las hojas apiladas, topaban con ella al momento y sin tropezar antes con tal cual pantorrilla extraviada, cuya dueña, aunque con la risa en los labios, protestaba con el puño cerrado contra la equivocación.
Afortunadamente, Wu-Kung descendió de su nube, sacudió graciosamente el cuerpo y todos los trocitos de pelo se reincorporaron a él, como si nunca le hubieran abandonado. Las armas quedaron apiladas justamente enfrente de la montaña.
Es el tiempo del sudor; la tarea es ruda, el sol quema, la tierra arde, pero las espigas son de oro y no hay sombra que refresque más la frente del labrador exhausto que la de las bolsas de trigo apiladas al pie de la trilladora.
Ahí se había reunido gran cantidad de proyectiles, muchos más de los necesarios para los hombres que habrían sido llevados allí, y había además grandes piedras, algunas caídas como es habitual en los lugares escarpados y otras apiladas en montones por los ciudadanos para la defensa del lugar.
La gran sala se iba quedando vacía; el tubo de la estufa, en forma de palmera, contorneaba en el techo blanco su haz dorado; y cerca de ellos, detrás de la cristalera, a pleno sol, un pequeño surtidor gorgoteaba en una pileta de mármol donde entre berros y espárragos, tres bogavantes aletargados se alargaban hasta un montón de codornices apiladas en el borde del estanque.
La columna romana descendió a esta llanura desde el primer desfiladero, con sus sobresalientes acantilados, y se dirigió directamente hasta el otro paso. Lo encontraron bloqueado por una barrera enorme de árboles talados y con grandes masas de rocas apiladas contra ellos.
Y quedan apiladas en montones, como chafalonía sin valor, en los cajones de objetos empeñados de las pulperías, de donde irán al crisol, que si bien devuelve el metal, guarda sepultado para siempre, con la linda costumbre del jaez suntuoso, lujo original de la pampa, un pedazo del alma criolla.
Pero el padrecito se echó pacientemente a juntar realejos, y cada vez que de las economías de su mesada conventual, alboroques, limosna de misas y otros gajes alcanzaba a ver
apiladas sesenta pulidas onzas de oro, íbase con gran cautela al portal de Botoneros y entraba en la tienda de don Marcos Guruceta, comerciante que gozaba de gran reputación de probidad y que por ello era el banquero o depositario de los caudales de muchos prójimos.
Ricardo Palma
Los protagonistas saltan al presionar el botón A y atacan al presionar el botón B. La energía de los protagonistas se muestran usando barras apiladas en el lado izquierdo de la pantalla.
La iridiscencia se debe a la microestructura del aragonito: al contrario que muchas otras gemas, cuyos colores provienen de la refracción de la luz, en la ammolita sus colores provienen de la interferencia de la luz que rebota en alguna de sus muchas capas de material apiladas que forman el aragonito.
El núcleo está formado por varias chapas u hojas de metal (generalmente material ferromagnético) que están apiladas una junto a la otra, sin soldar, similar a las hojas de un libro.
Formadas junto a orógenos compresivos debido a la flexión de la litosfera terrestre bajo el peso de las rocas apiladas durante la colisión tectónica.