Ahora, sin embargo, mirar hacia el futuro. Tuve una pequeña cita en el discurso de anoche de TR. Como ustedes saben, como que me gusta leer libros .
Encuentro a todos los torpederos americanos alineados en dos columnas, bordeando el canal. Anoche, ellos sólo ocuparon sus lugares para el combate.
EL EXTRANJERO: Ya os dije anoche, señor, Que es un misterio mi nombre Que á no descubrirle yo No hay quien le alcance en la tierra Ninguna interpretacion.
Lorenzo, Justo, Damian, ---¡Señor! ---El preso de anoche Idme corriendo á buscar, Y á mi presencia traedle En diez minutos lo mas.
¿Murió al final el bueno de don Alvaro? ¡No extrañe usted que lo ignorase, pues
anoche llegué a Madrid, después de año y medio de ausencia!...
Pedro Antonio de Alarcón
Paco Cárdenas le repuso, sonriendo y encogiéndose de hombros: -Pos lo que le dije fue: «Mire usté, compadre, cuando yo acerté anoche el puesto del Gallareta, lo acerté poique estaba pensando con qué jerramienta me había de cortar la yugular, si con una navaja barbera o si con una de Albacete.
¡He pasado toda la noche despertándome a cada momento! ¡Perros, nada más que perros ha habido
anoche alrededor de case! ¡Y mi mujer y mi madre han fingido el más plácido sueño, para que yo solo absorbiera por los ojos los aullidos de todos los perros que me miraban!...
Horacio Quiroga
Pos mil clarito que me dijo que ella no se podía comprometer a naíta conmigo, porque a ella quien le gusta es otro gachó, que, sigún dice ella, es más bonito de cara que el sol y más salao que las pesetas, y el cual hasta anoche no se ha aterminao a peirle una cita, que se la ha pedío pa esta noche, en la ventana.
-¡Ahí tenés! -Gritóle el mayordomo esa misma tarde al cruzarse con Podeley-.
Anoche se han escapado tres... ¿Esto es lo que te gusta, no- ¡Ésos también eran cumplidores!
Horacio Quiroga
-No, que lo que vas a tomar hora mesmo es una miajita de caldo, que dende anoche no ha entrao naica, pero que naica en ese cuerpo, y con eso no vas a conseguir que la difunta reviva.
—Y ahora, "mon ami" —dijo ella, tomándome una mano e interrumpiendo mis pensamientos—, ahora, puesto que he accedido a tus apasionadas súplicas, y cumplí mi parte en nuestro acuerdo, supongo que no habrás olvidado que tú también me debes una pequeña promesa. Recuerdo perfectamente las palabras que pronunciaste anoche: "Sacrifico por ti todas mis objeciones.
(Señor, tú que sufriste y penaste por nosotros, ayúdame, No permitas que del horrible y asqueroso pecado que
anoche cometí, vaya a nacer un niño.
Antonio Domínguez Hidalgo